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Lo se todo, pero seguire como que no lo se.

No sé cómo empezar a escribir esto.

Ahora mismo tengo la cabeza enredada. Como que estoy debatiéndome entre entenderte y entre querer dejarte, para que por fin logres tener lo que necesitas y que claramente yo ya no puedo darte.

Hoy me acabo de enterar de tu alter ego. Al principio sentí una rabia inmensa, después sentí pena por nosotros y más tarde, comprensión: no dejaba de repetirme lo mucho que te entendía, que yo también había estado en un lugar muy similar a ese y que esto tan tonto e insignificante no podía ser el motivo de nuestra separación después de tantos años.

Busqué hasta que encontré. Ese fue mi error. La que busca encuentra. Tal vez algún día te cuente cómo me enteré de que andabas en weás raras. La conversación entre ustedes no era tan heavy como me imaginé, pero lo que me dolió más que todo fue el hecho que tú eras el que buscaba instancias para que el tema se fuera a lugares más íntimos. No te niego que se me rompió un poco el corazón. De hecho, he pensado harto en pagarte con la misma moneda. Los hombres en general son todos iguales: noto en mi día a día que no me costaría nada cagarte, más aún virtualmente; incluso sería más fácil hacerlo fingiendo ser alguien que no soy, diciendo que soy joven y libre, así como tú lo haces con esa pobre cabra...

Ya sabes, cada día es una reafirmación de que todos los hombres son iguales: cuenteros, calientes y que saltan como los awnaos que son en cuanto tienen oportunidad. Pero, ¿sabes qué? no tengo la energía suficiente para eso. No quiero meterme en el espiral interminable de mentiras en el que te metiste tú. Cuando en el pasado yo tuve un acercamiento con un tercero cuando estábamos separados, nunca fingí algo que no era, nunca desvié la conversación a temas sexuales, nunca me insinué queriendo algo más y jamás nunca negué a mi familia.

No sé hasta qué punto es bueno que te hayas inventado un personaje; al menos me da la seguridad de que con ésta no te vas a poder juntar nunca. No tienes 30 y por ningún lado podrías aparentar menos de los casi 46 que estás a punto de cumplir. Puede que le mandes fotos de cuando eras más joven para sostener un poco tu relato, pero la mentira se te cae a pedazos si ella pretende en algún momento juntarse contigo.

Estuve a un pelo de escribirle desde tu propio chat y decirle toda la verdad: tu verdadero nombre, que tienes 45 y no 30, que eres casado, que estás en pareja hace casi 20 años, que tienes una hija, que en tu puta vida has estudiado lo que le dijiste a ella que estudiaste y que jamás nunca has estado en Europa.

Temo que mi hija algún día se tope con un cuarentón cómo tú, caliente y con labia, que la ilusione por chat con palabras bonitas y el discurso armado. Eso debería darte más vergüenza que todo lo otro que estás haciendo. Si quieres aventuras dale, pero hazlo hablando con la verdad. Puedes hacerle mucho daño a una chica inocente con pésima autoestima, que hasta ahora se ha tragado todos los cuentos que le has inventado.

Me va a costar horrible fingir normalidad, pero debo aguantarme porque esta vez sí quiero ver hasta dónde eres capaz de llegar.

Y así, sin más, mientras escribo esto, pasé de la comprensión a la rabia. Porque put1 que tengo rabia, y es una rabia mezclada con desilusión, con asco y con desesperanza. Desesperanza de asumir que nuestra relación está irremediablemente rota, por mucho que juguemos a que no. Pero me la tengo que tragar nomás. Por mi familia y por el proyecto de vida que tenemos en común, porque es jodido separarse y porque debo proteger la ya dañada salud mental de mi hija, voy a tener que seguir masticando esto, en silencio, fingiendo, disimulando y aguantándome todas las ganas que tengo de mandarte a la chucha.



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