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Médicos vemos, infecciones no sabemos

Bueno, leí algunas historias de médicos y aquí va la mía...

Hace unos años en búsqueda de regular algunos kilitos demás que tenía, busqué un médico que me ayudara con el tema. Siempre he tenido pudor con ellos por lo que intenté encontrar alguno que fuera bastante mayor, de tal forma que no me generara incomodidad o vergüenza.

Bueno, no encontré ninguno así jaja. Llegué a un centro médico y pedí alguna recomendación para lo que quería y finalmente llegué a un doctor especialista en obesidad pero que para mi desgracia tenía la misma edad mía.

Llegué el primer día y la verdad me sorprendió lo amable y confiable que se veía, me sentí muy a gusto con él y me dio bastante confianza como para iniciar mi tratamiento y empezamos con exámenes, controles y todo lo demás.

Tuve mi primer mes con resultados maravillosos así que al primer control fui muy motivada y feliz a mostrar los primeros resultados. El doc me felicita y entre toda la atención me pide que le deje mi número de teléfono y el me comparte el suyo por cualquier duda que tuviese durante mi proceso y que además en mi próximo control lo llame para coordinar la hora. Lo encontré demasiado amable de su parte (inocente palomita)

Bueno, luego de ya casi un año de tratamiento, entre su buena atención y amabilidad, voy a mi cita mensual y resulta que no estaba en la consulta, pregunté y me indican que estaba de vacaciones. Sorpresa fue cuando el día 01 de enero tipo 03 am recibo en mi teléfono una cantidad de hermosas fotos tipo Caribe, amaneceres maravillosos y verdaderas postales. Junto con ello un saludo de su parte y que no quería dejar de hacerme saber que aunque estaba lejos, había estado pensando en mi... Morí!

Claro, al volver retomamos los controles médicos que continuaban siendo una vez al mes. Cuando en marzo, día de la mujer, me llega otro saludo de su parte, ya bastante más osado que el anterior.

Él era un médico con bastante bajo perfil, muy serio, una cara casi sin expresión pero con una amabilidad reconocida por todos sus pacientes. Por lo que imaginarme que yo podía hacer sonreír esa cara de amargura, se convirtió en todo un desafío para mí y en unas ganas enormes que llegara ese ansiado día mensual, donde ya a estas alturas, era prácticamente hablar de la vida, de nuestras profesiones, lugares que conociamos etc, etc. Y claro, me fui sintiendo en las nubes cada día.

Bueno, llegó el momento en que me invita directamente a tomar un café, me sentí con miedo, ya que sabía que ese café significaba un cambio en esta rutina del día mensual pero moría de ganas de ir y saber más de él, por último desilucionarme con alguna actitud fea que hubiese tenido y hasta ahí llegaría mi encantamiento. Pues no, fue todo lo contrario, fue el inicio de lo que para mi significó la única vez en mi vida que me sentí enamorada.

Fueron tiempos de lindas locuras, cenas, viajes, lo veía reír estando conmigo y eso para mí era un logro enorme...

Hasta que todo lo lindo comenzó a decaer, me di cuenta que habían periodos en donde no quería ver gente, se encerraba sin salir siquiera a atender sus consultas, no hablaba, no tenía motivación de nada. Luego pasaban unas semanas y se activaba de la nada y volvía a ser un hombre normal. Yo por mi parte no me atrevía a preguntar que era lo que pasaba en esos momentos.

Le ofrecí mi ayuda para administrar un par de negocios que tenía y aceptó, en eso me doy cuenta que aparte de tener rasgos bipolares, estaba lleno de deudas y no tenía ni uno. Al punto de andar buscando eventos de laboratorios para ir a comer y ahorrarse el almuerzo o cena de un día X.

Empecé a darme cuenta que claro, para invitarme a algún lugar dejaba de pagar cosas personales o bien se gastaba el dinero de las consultas que le pagaban a diario.

Como yo terminé ayudando en la administración de sus negocios, el personal que tenía a cargo comenzaba a cobrarme a mi los sueldos atrasados, arriendos, imposiciones pendientes etc, etc.

La gente le reclamaba y él con su extrema amabilidad que tenía, se los convencía a todos en las prórrogas de pagos y luego se desaparecía o bien no contestaba el teléfono. Ahí entendí el porqué de su encierro y desconexion por una o dos semanas, claro conseguía dinero por otros lados, pagaba lo más atrasado y generaba nuevas deudas.

Alguna vez me tocó a mi pagar la luz o agua de una clínica particular que tenía y que él arrendaba a otros cirujanos para realizar procedimientos y que justo cuando iban, cortaban los servicios..yo cuidando su integridad como médico y colega de los demás, resolvía...
Para mi el tema del dinero era irrelevante por lo que comencé a invitarlo yo, o bien insistir en pagar a medias los gastos que hacíamos al salir. Lo que me preocupaba realmente era su propia situación y no me cuadraba que un médico anduviera al tres y al cuatro, aunque también pensaba que nadie estaba libre de algo así, quizás podía ser una mala racha y nada más.

Un día me ofreció salir de vacaciones, como ya llevábamos tiempo juntos no tuve problemas en aceptar, pero como sabia que el dinero no le sobraba, le ofrecí pasarle mi parte de los gastos del viaje y así yo me quedaba tranquila con eso.

Le pasé el dinero unos días antes de irnos, lo que coincidió con que ese día era nuestra primera vez en la intimidad. Para mí fue un momento mágico, bello, sentía amor, deseo, una mezcla de sentimientos intensos, él fue demasiado lento con dar este paso y claro, mis amigas me decían que era así porque era amor verdadero... Si claro...jaja.. Al día siguiente me fue a dejar a mi casa y él se fue a su consulta, yo me dormí un par de horas.. Cuando despierto no podía moverme, un dolor intenso en mis genitales, me sentía mareada, dolor de cabeza, dolor en mi cuerpo en general.. Algo malo tenia pero no me atrevía a decirle a él porque me daba muchísima vergüenza.
Faltando dos días para irnos de vacaciones yo aún no mejoraba, al contrario, empeoraba. Tenía un flujo vaginal asqueroso y los dolores no pasaban. No tuve más opción que llamarlo e indicarle que necesitaba hablar directamente con él. No tardó en llegar y con muchísima vergüenza le conté lo que me pasaba.

Para mi sorpresa, se hizo el ofendido! Me dijo que yo no podía dudar de él pensando que algo me había contagiado, yo lo sabía que decir! me dio tremenda cátedra de vistima, me acompañó a la farmacia, me hizo una receta la cual pedí y se fue a su casa sin decir absolutamente nada más. Pensé que podía ser una rabieta o parte de su bipolaridad pero no, no supe más de él, no me llamó para saber como estaba o si me había mejorado para el viaje juntos.

El día del viaje tampoco apareció y que creen, dio por terminada la relación y claro, se dejó mi dinero para él.
Osea, estuve con un cerdo infectado, estafador y bipolar!
Me costó mucho aceptar lo que me había pasado y aunque me salió un dineral recuperarme de quizás que porquería me contagió, nunca lo busqué ni para reclamarle, ni pedirle alguna explicación.
A veces de curiosa busco en google su nombre y veo cuanto prestigio y alagos tiene en estas páginas de opiniones sobre los médicos.
Nadie se debe imaginar que come en los eventos y congresos lo que más puede y que hasta bolsita para el regreso lleva (según él para sus perros) Que para no gastar en shampoo se lava el pelo con jabón que es más económico y que tiene un auto a nombre del hermano para que no se lo quiten sus acreedores.

Después de vivir esa desagradable historia, si necesito médico busco siempre una doctora...



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