Mejor llame a Saúl
Siempre he tenido problemas con mi hermano, se que no es una mala persona pero creo que esta historia lo explica todo.
Mi papá... Nuestro papá era... bueno, el bien personificado.
Tenía un kiosco en una esquina en cerca de donde vivíamos. Vendía cigarrillos y dulces, nada especial, pero alcanzaba para mantenernos.
El vecindario adoraba a papá. Él se sabía el nombre de todo el mundo y qué pasaba en sus vidas. Esa esquina... él la hacía mejor.
Antes de eso, trabajó para mucha gente, con los años... y su sueño era ser su propio jefe. Invirtió todo lo que tenía en ese kiosco.
Yo estaba en la universidad cuando puso a mi hermano a trabajar ahí. Mi hermano creció en esa tienda, viendo a nuestro padre.
Pero mi papá no era el mejor empresario del mundo... y con el tiempo tuvo problemas de dinero. Yo era oficinista, pero volvía a casa para ayudarle a organizar sus libros... a mantener todo al día.
No soy contador... pero descubrí que habían desaparecido como 10 millones de pesos. Se desaparecieron a lo largo de los años... Resulta que mi hermano los había robado poco a poco.
Simplemente los sacaba de la caja. Mi papá no quiso escucharme, su hijito no podía ser. No su hijo no.
Terminó teniendo que vender su kiosco. Seis meses después, mi padre murió.
En el funeral, nadie lloró más que mi hermano.