Trabajo duro
Trabajo en la profesión más antigua del mundo (sí, esa que a muchos les gusta contratar un par de veces al mes ;) ).
No me juzguen, pero tengo 20 y no ha sido fácil y tampoco una gran opción. Estudié pedagogía en una universidad privada, y la verdad es que la vida me empujó a este trabajo, porque mi familia es de bien al sur, mis viejos están sin pega, y la plata que me mandan me alcanza apenas para pagar la pensión. He postulado a becas pero este gobierno no cacho que piensa que no me pesca.
Mi confesión: sencilla. La mujer que manda el negocio (somos 10 chicas) se queda con el 50% del sudor de mi frente (vagina en realidad), pero parece que aun así gano más de lo que en unos 3 años ganaría si me dedico a ser profe.
Pero lo más terrible no es que me exploten dada mi necesidad, sino que generalmente llegan clientes con olor a pata, poto y a pene... ¡Báñense un poco antes de ir a exigirme!
Abundan los guatones que dicen que sus esposas no los satisfacen y bla, bla, bla. No me interesa. Tengan un poco de dignidad porfa y lleguen limpios, porque ya con que la vieja jefa nos tenga toda la noche con las patas abiertas para ustedes es suficiente.
Mi pega también es pega, y también tiene sus confesiones.