Reestablecer contraseña

La dirección de correo electrónico está asociada a tu cuenta.

¿Por qué registarse?

Full Confession Control

Actualizar / eliminar o editar tus confesiones.

Notificaciones

Suscríbase para recibir notificaciones por email con las respuestas a tus confesiones.

Publicidad

¿Quieres publicitarte con nosotros? Comienza creando una cuenta.

¿Tienes alguna confesión laboral?

El nombre es opcional o puedes poner un seudónimo si lo deseas.

Comprometida con el trabajo

Soy una mujer de 23 años, casada hace dos años casi y con un hijo de 4. Mi pareja es un siete, pero medio fome para su edad, se casó conmigo y con sus aparatos de juego, su tesoro es la play.

Cuento aparte cuando llegó la pandemia decidí buscar trabajo, era difícil claro, pero pensé que algunas amigas estaban en teletrabajo así que me animé.

Sinceramente estaba y estoy cansada de mi vida tan de señora a mis 23, siento que me faltó divertirme y envidio las historias de mis amigas que disfrutan con uno y otro.

Cuento corto, no pillé pega, y ahí apareció mi suegrito... Viejo de 47, simpático y que en realidad no representa tanto, unos 40 quizás. Mi suegrito siempre ha tirado tallas medias sexuales en la casa, pero como no lo veía tan seguido, no le tomé importancia. Yo no encontré pega así que a él se le ocurrió que yo le trabajara de secretaria, que había vacante en la empresa que está. Acepté porque eran pocas hrs presenciales y me dejaba pega para hacer en casa y así cuidar a mi bendición. Pero entre trato y trato, llevo unos meses en la empresa y uff, las indirectas ya son más directas.

Al inicio lo tomaba como, mi suegro siempre bueno para la talla, ese humor pícaro coqueto, filo... Pero ya no es solo talla, quiere saber sobre mi intimidad, me jotea derecha mente. Me dice siempre, que suerte su hijo, que aproveche igual mi juventud, que ando linda que huelo rico y tantas cosas que mejor ni decir jajaj. Juré no pasarme rollos, decirme, no si el es así con todas, pero no. Y ya me siento mal, ya no doy más de la angustia, me cuesta comer, me cuesta guardar esto.

Debería renunciar, inventarle algo a mí hombre o decirle todito, aunque quede la cag*... Sólo sé que llega el lunes y me viene ese nervio de lo que está pasando en la oficina.

Y como es confesión, no me haré la santa tontita... Me tiene como pendeja de quince, esperando verlo y deseando lo prohibido. Con decir que ya no quiero hacer pega en la casa, me la paso en la oficina. Nunca espere vivir esto. Pero estoy segura que si le sigo con sonrisitas... Terminaré no solo en la oficina con mi suegrito. Pero ojo, se que está mal.



No te reprimas. Completamente anónimo.

Suscríbete a nuestra lista de correo.

Ingresa tu email y te mandaremos las últimas confesiones
Nosotros valoramos tu privacidad, nunca compartiremos tu correo con nadie.