Soy guardia de seguridad en un supermercado bien connotado de letritas azules. A veces la pega se hace bien tediosa, pero tengo que hacerme cargo de mis hijos y aquí estoy, de todas maneras lo agradezco.
Hace un par de meses estaba en mi turno de tarde y con mi compañero cachamos a una mina que se daba un montón de vueltas. Andaba con cosas en la mano y se fue a la parte de perfumería. Allí sacó un par de cosas y se fue a dar otra vuelta. Y en una de esas, cachamos que se metió un producto en el bolsillo y dejó el envoltorio.
Miré a la mina para que se diera cuenta de que vimos lo que hizo, así como para ayudarla un poco porque se veía bien decente y el producto era muy barato. No entendía qué onda. Bueno, la orden fue que si no devolvía el producto, debíamos llamarle la atención llegando a la caja.
Llegó a la caja y con mi compañero nos acercamos. Él llevó el envoltorio y yo le dije que entregara lo que tenía en su bolsillo. Me dio ene lata, pero para mi sorpresa ni siquiera estaba avergonzada. Sacó el producto y me lo quiso entregar, pero como lo había sacado del envoltorio debía pagarlo, así que se lo pasó a la cajera preguntando cuánto costaba y más encima se le hizo un descuento no sé por qué.
Lo pagó, pagó las demás cosas que llevaba y le dije: Ojalá que no le queden más ganas de hacer este tipo de cosas... y me respondió: Suelo hacerlo, no sé bien por qué, de hecho es algo que ni siquiera use.
Así sin más, sin vergüenza, se fue mirando su set de pestañas postizas.