Hola, soy publicista y trabajo en una empresa de comunicación estratégica del sector oriente. Llevo 3 meses en el cargo y mi corazón me está matando. Yo soy la típica mina romántica que lee novelas de Jane Austen y que sueña con encontrar un Edward o un Mrs. Darcy... Pero nunca imaginé que lo encontraría a mis 25 años.
Todo comenzó un día lunes mientras realizaba un clipping de información de ciertas marcas por internet. Como soy la nueva y mi oficina está más cercana a la recepción debo recibir a todos los seres que cruzan la puerta. Un día, el timbre sonó repetidas veces como si fuera una urgencia entrar. Me levanté con mala cara de mi asiento y abrí la puerta.... Y ahí estaba él: Ojos verdes, cabello oscuro, una test tostada para olvidarse del mundo y una sonrisa encantadora.
Me puse tan nerviosa que olvidé saludarlo. Él me miró como esperando que le dijera algo y atravesó el pasillo sabiendo a donde dirigirse.
Volví a mi puesto con cara de tonta y mi compañera me dijo: - Mino, cierto? Es el hijo del jefe...
¿En serio?- le respondí- No se parecen en nada. Mi jefe era un tipo pasado de kilos, un tanto desagradable y confianzudo con las mujeres.
- ¿Y trabaja aquí?- pregunté.
- No, o sea, lleva la contabilidad y viene de repente...
Antes de que pudiera decir algo, mi amiga soltó: - Lamentablemente está tomado, pololea con una galla muy cuica que a veces lo acompaña.
No podía ser... no es que tuviera alguna oportunidad con él pero pucha... a uno le gusta soñar...
Los días pasaron y el perfecto espécimen aparecía de vez en cuando. Me concentraba en no mirarlo a los ojos y saludarlo animadamente sin prestarle atención. Así estuve un mes hasta que un día fui a la cocina para hacerme un café. El día anterior había estado carreteando con unas amigas hasta tarde y ahora no podía mantenerme despierta.
Me dirigí a la cocina mirando el piso, cuando de pronto choco con alguien. Salté porque el agua caliente que la persona llevaba se derramó en mi mano. Miré hacia arriba con gesto de dolor y pedí disculpas. Cuando caigo en la cuenta de que era él... Me pidió disculpas, tomó mi mano y la puso bajo el agua helada de la llave, me preguntó cómo estaba y le respondí algo... Estaba tan ida que no reaccionaba ante la quemadura.
Hice un esfuerzo por volver a la tierra y le dije que no se preocupara que no me dolía tanto.
Él se presentó, se llamaba... no diré su nombre pero pensemos que es Bernardo...
Me preguntó mi nombre, qué hacía y cuánto tiempo llevaba trabajando ahí, después de 10 minutos de conversación supe que Bernardo tiene 28 años, es contador y ayuda a su papá con la empresa. Está gestionando su propio negocio pero aún no le va muy bien con los clientes...
¡Ese día no podía creer que me había atrevido a mantener una conversación larga con el hombre más perfecto que he conocido en la vida!
Así transcurrieron otros dos meses; de repente nos veíamos en la cocina, cosa que se hizo rutina en los dos días que él aparecía por la oficina. Hablábamos de música, libros y de la empresa. Un día me atreví, le pedí su whatsapp con la excusa de avisarle cuando su papá estuviera de mal humor para que no llegara atrasado...
Está bien, yo sabía que estaba pololeando, pero el mino no estaba muerto...Además, nunca se fijaría en mí.
Un día salimos del trabajo tarde, y nos topamos a la salida. En eso noté que no estaba bien de ánimo, me dijo que le pasaba algo pero que se le iba a pasar... Le pregunté si podía hacer algo para que mejorara su ánimo, me respondió que sí y me agarró del brazo y nos fuimos a tomar un trago.
Me contó que estaba teniendo problemas con su polola y que estaba en proceso de terminar...
No me alegré por él porque a nadie le gusta estar deprimido...
Esa noche hablamos de la vida, me dijo que me encontraba linda y tierna, que no debería estar sola. No lo quise interpretar como algo más, pero en mi interior sé que por algo lo dijo...( Bueno, puede haber sido por el alcohol en su sangre xD pero ¡déjenme soñar!
Desde eso han pasado tres semanas, todos los viernes salimos a caminar después del trabajo y hablamos por mensaje casi todos los días.
Yo sé que él me ve como una amiga, pero ¿debería intentar algo más? ¿Qué dirán de mi en la oficina si empiezo a salir con el hijo del jefe? ¿Debo esperar un tiempo a que se olvide bien de la otra tipa o mejor chicoteo los caracoles?
¿Qué opinan? ¿Les ha pasado algo así?