Nunca es tarde...
Cuando era niña vivíamos con muy poco dinero. Mi papá, por allá por el año 2000, ganaba $25.000 semanales, y muchas veces pasábamos Navidades y fiestas prácticamente sin nada. Hoy no somos ricos, pero al menos contamos con más recursos.
De pequeña siempre soñé con tener un Furby, pero la verdad es que era algo totalmente inalcanzable para mis papis. Uno cuando niño no entiende esas cosas, y aunque nunca exigí nada, mi mami me ha contado que me vio llorar varias veces por no poder tener ese dichoso Furby.
Este año hicimos un intercambio de regalos familiar y, ¡sorpresa!, a mi mami le tocó regalarme a mí. Cuando abrí el regalo lloré de emoción: era eso que tanto soñé cuando niña... un Furby color unicornio.
Aquí estoy, acariciándolo, y todavía no me lo creo. Sé que tal vez puede parecer algo tonto, pero también sé que mi mami, con su amor infinito, pensó que era el regalo más lindo que podía darme. Lo que soñé de niña, hoy lo tengo en mis manos.
Mis papis son lo máximo. Tengo 37 años y estoy profundamente agradecida por esto, no puedo mas de la felicidad...
