La queremos, pero vivir con ella es muy difícil
Durante muchos años vivieron solo la madre y su hija. La hija siempre fue muy 'pituca', con un carácter fuerte y todo tenía que hacerse a su manera.
Con el tiempo, la madre empezó a enfermar y ya no podía quedarse sola. Aunque la hija vivía con ella, pasaba todo el día trabajando y, cuando estaba en casa, la madre igual se descompensaba. Incluso cuando la hija se la llevaba los fines de semana, la mamá se enfermaba más de lo normal y la hija empezaba a llamar a todos, como buscando atención o confirmación de que algo grave estaba pasando.
Los hermanos notaron el riesgo y la inestabilidad de la situación, hasta que uno decidió llevarse definitivamente a la señora para cuidarla mejor.
La hija, en cambio, siguió enfocada en su trabajo y mantuvo su carácter estricto y difícil. Con los años enfermó de cáncer y, tras su hospitalización, comenzó a quedarse en las casas de distintos familiares.
Pero aun recuperada, su actitud no cambió: reclama por todo, exige que todo se haga como ella quiere y no hace nada por sí misma. Convivir con ella es agotador y crea mucha tensión.
Además, nunca formó su propia familia: no tuvo hijos, ni pareja,nadie es suficiente para ella.
Ahora la familia no sabe cómo pedirle que vuelva a su casa. Tiene su propio hogar y los medios para contratar ayuda, pero no quiere irse y se aferra a quedarse, convencida de que todo es obligación de sus hermanos. Su carácter complicado hace que la convivencia sea casi insostenible.
