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Cerrando la historia...

Hace casi 4 años escribí la siguiente confesión (texto extenso)...

#27818 Con el corazón roto

Leyendo las confesiones sobre hijos ajenos, me animé a contar mi experiencia.

Cuando conocí al que es mi marido supe que tenía una hija (de menos de un año en ese tiempo). Desde el primer momento tuve la mejor intención de ser la madre que ella no tenía, pero al casarnos mi marido decidió dejar a su pequeña al cuidado de su abuela paterna, ya que él pensaba que el cambio sería muy brusco y le podía afectar (ya tenía 4 años). Al ir pasando el tiempo la niña comenzó a cambiar y cada vez mostraba más rechazo hacia mi y después hacia su hermanita que nació cuando ella tenía 5 años. Entonces a mí se me ocurrió convencer a mi marido para que se la llevara a vivir con nosotros. En mi mente yo creía que era lo mejor porque así ella crecería en una familia de papá y mamá, forjaría lazos con sus hermanos (ya había nacido mi segundo hijo) y no crecería pensando que su papá la abandonó.

Fue super difícil por mucho tiempo. Ella mostraba una especie de rabia con mi hija mayor. Cada vez que podía le pegaba, la ignoraba, le decía que no la quería, que no eran hermanas. Mi hija sufrió y yo más encima dejé de ser tan cariñosa con ella para que su hermana mayor no se sintiera menos querida. Me costó mucho, pero con los años ella fue cambiando y era una hermana más cariñosa, quería sobre todo a sus hermanos más pequeños (tengo 4 hijos).

El problema también fue que mi esposo desde que llegó la niña a vivir con nosotros nunca la corregía, nunca veía como ella se portaba. Los malos modales, los enojos sin motivo, no quería hacer tareas ni estudiar, mentía constantemente y sin motivos. Todo eso me lo banqué sola. A mí me tocó corregirla, retarla o castigarla. Yo, de verdad que con la mejor intención siempre, la traté con una hija más, nunca hice diferencia con ninguno, en todo sentido traté de mostrar igualdad en el trato con todos mis hijos.

Ahora ella tiene 19 años. Nos estábamos llevando mejor que nunca (eso creía yo). Conversábamos de temas privados sin problemas y ella cariñosa conmigo y yo también con ella. Sentía que todo lo que pase en los años anteriores había valido la pena porque ella ya estaba más madura y se estaba convirtiendo en mi partner.

Estas vacaciones se invierno se fué donde su abuela ( cosa que regularmente hacía y de dónde siempre volvía cambiada, como enojada ) y nunca más quiso volver.

Conversó con mi marido y le dijo que ya no quería vivir conmigo, que yo le había echo daño y que necesitaba sanarse de mí. Todavía me cuesta asimilar lo que pasó, no entiendo por qué hizo eso. Sé que la relación fue difícil pero yo siempre lo ví como algo natural, los niños son mañosos o inquietos y ella no fue la excepción. Para mí eran etapas normales que pasamos y donde yo siempre la corregí como a cualquiera de mis hijos. Pero al parecer a ella le afectó o por lo menos eso dijo. Mi marido se peleó con mi suegra cuando pasó eso, porque mi suegra decía que yo mandaba mucho a su nieta, que yo no la dejaba estudiar porque ella debía hacer cosas en la casa y todo eso no es así. Ella generalmente era súper hacendosa y hacia cosas sin que yo le dijera y eso me tenia bastante orgullosa (que ironía) y siempre que estaba encerrada es su pieza en clases o estudiando jamás la molesté para nada. Y por lo general se lo pasaba encerrada con sus cuadernos.

Así que aquí estoy, con el corazón roto de hace 5 meses, ella jamás me ha vuelto hablar y yo tampoco he buscado hablarle porque quería darle su espacio y esperar que ella quisiera conversar conmigo.

Me duele el alma porque para mí fue como perder a mi hija mayor y estuve con una pequeña depresión los primeros meses, cosa que he tratado de superar por amor a mis otros hijos.

Se que cometí errores, cómo cualquier mamá los comete. Nadie nace sabiendo ser madre. Pero nunca fue con mala intención. Siempre quise que se sintiera una más.

Actualización:

Cuando ella se fué, lloré dos meses sin parar, todo me recordaba a ella. Luego lloré menos, pero la tristeza era muy profunda. De pronto en mi mente comenzaron los pensamientos intrusivos, como el miedo de que mis otros hijos también me abandonaran, o pensar que seguramente era mala madre, que quizás mis hijos estarían mejor sin mí, y así, hasta el punto de llegar a desear no vivir más porque no me sentía buena madre ni buena persona, ni capaz de superar la pena. Me aferré mucho a Dios en ese tiempo, intentando salir de la depre que cada vez me hundía más, hasta que de a poco empecé a salir de aquella situación. Estaba en eso, cuando una situación se presentó en mi vida y me cambió completamente.

Un día salí de la ducha y se me ocurrió hacerme tacto en las mamas, ya que hace un tiempo no me las revisaba. En cuanto toqué la mama derecha sentí un enorme bulto, que aún no logro entender como no lo percibí antes. Al instante supe que no era algo bueno y después de exámenes el diagnóstico era cáncer de mama. Desde la noticia del cáncer, pasando por todo el tratamiento y hasta el día de hoy, que ya llevo dos años y medio desde la última quimio, jamás esa niña se acercó para saber de mí. En un principio pensé que la vería volver, que se preocuparía de mi salud y estaría pendiente, pero jamás una llamada o una visita y menos algún tipo de apoyo. Me costó un tiempo entender que hay personas que por más que uno quiera no valen la pena, pero logré un día sacarla de mi corazón y dejar de sufrir. Nunca fué mi hija, nunca me quiso de corazón, y sobre todo entendí que nadie vale tanto la pena como para llegar a enfermar, ya sea física o psicológicamente.



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