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Trabajos exprés

Leí la confesión del local de helados y me sentí teletransportado a mi propio infierno laboral de 48 horas.

Lo mío fue en una de esas cadenas de sándwiches que se arman en el momento, la del logo verde y amarillo. Necesitaba lucas rápido y entré. Duré dos días.

Día 1: Me pasan un uniforme que olía a fritanga y vinagre. La 'capacitación' fue un video de 10 minutos y luego, 'ya, a la línea a armar sándwiches'. A la hora de almuerzo, veo que la jefa saca unas lechugas medio cafés de una bolsa y con una tijera se pone a cortarles los bordes feos para que parecieran frescas. Mi cara de espanto fue tanta que me dijo 'tranquilo, con la salsa ni se nota'.

Día 2: El clavo que cerró el ataúd. Me tocó el cierre. La jefa me dice que todos los vegetales que sobraron del día (tomates, palta, lechuga, todo lo que estuvo horas a temperatura ambiente) tenía que meterlos en potes y guardarlos para el día siguiente. Cuando le pregunté si eso no era peligroso, me miró y me dijo la frase inmortal: 'El frío del refri mata todo'.

Ahí mismo, me saqué el delantal con olor a pena, se lo dejé en el mesón y le dije 'prefiero comer pan con aire que trabajar aquí'.

Me fui sin mirar atrás. Me pagaron los dos días, pero la imagen de la tijera cortando la lechuga podrida no me la va a sacar nadie. Hay gente que de verdad no le tiene amor ni a su negocio ni a la salud de los demás.



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