Justicia poética.
Ya que todos andan contando historias de terror, la mía no es de Halloween, pero igual da susto lo penca que puede ser la gente.
En mi pega anterior, en la cocina, había un ladrón de yogurts. Siempre el mismo tipo, de esos con cereal.
La dueña de los yogurts, una compañera súper piola, le puso un post-it con su nombre. Se lo robaron igual. A la semana siguiente, le puso: 'Por favor, no te comas mi yogurt'. Le sacaron el post-it y se comieron el yogurt.
Ya chata, la mina compró uno, le echó un chorrito generoso de laxante, lo batió bien y le puso un post-it que decía 'Para el ladrón, con cariño'.
A la media hora, el jefe de informática, un gallo súper pesado que siempre se las daba de correcto, salió como cohete al baño. No volvió en toda la tarde.
Nunca más desapareció un yogurt. A veces, la justicia es poética...
