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El Cahuín de los Cuatro

¡Cabros! Pónganse cómodos que les voy a contar un cahuín de aquellos. Una de esas historias que parecen teleserie de las nueve, llenas de gorreos, frases pa'l bronce y gente que goza haciéndose daño. Olvídense de las comedias románticas, esto es un drama de los buenos, con personajes más chilenos que la marraqueta con palta.

Agárrense, porque así parte el despelote.

Acto 1: El encuentro más pastel

Todo comienza con Daniel, un tipo que escribe obituarios pa' un diario y se jura poeta. Va caminando por la Alameda, con cara de sufrimiento artístico, cuando ve a una mina argentina media chascona, la Alice, que anda más perdida que el Teniente Bello. La loca cruza la calle sin mirar y ¡paf!, casi se la lleva una micro.
Daniel, en su rol de galán sensible, corre a ayudarla.

—¡Cuidado! ¿Estás bien? —le dice, haciéndose el preocupado.

—¡Uy, la concha de la lora! ¡Casi me hago percha! Gracias, che —responde ella, sacudiéndose el polvo con esa perso que solo tienen las argentinas.
El loco, al cacharle el acento porteño, queda pa' la corneta. Amor a primera vista, según él. Se la lleva a tomar un café y ahí empieza el romance. Se van a vivir juntos a un departamento en Providencia y todo parece perfecto. El problema es que Daniel es más inseguro que la chucha y necesita que todo el mundo lo apruebe.

Acto 2: Entra la cuica y el picado a choro

Un año después, Daniel necesita unas fotos para un libro que (obviamente) nunca va a terminar. Ahí conoce a Ana, una fotógrafa ABC1 de Vitacura que lo mira como si fuera un bicho raro. A Daniel le empieza a tiritar la pera al tiro. Intenta joteársela, pero la Ana, toda fina ella, le para el carro en seco.
Frustrado, Daniel llega a la casa y se mete a un chat caliente pa' puro wear. Se hace pasar por mujer y empieza a hablar con Lucho, un dermatólogo del sector oriente, un tipo bruto, directo y más picado a choro que la cresta. Daniel, en su versión "Anita", le da la dirección de un acuario pa' que se junten, sabiendo que la Ana de verdad iba a estar ahí.

Lucho llega al acuario esperando a la mina del chat y se encuentra con la Ana real.

—¡Hola, preciosura! ¿Así que te gustan las cosas cochinas? —le dice el Lucho, con cero filtro.

Ana queda plop, pero por alguna extraña razón, le parece "auténtico" este roto y ¡pum!, terminan saliendo y casándose.

Ahí quedó la media cagá. Tenemos el manso cóctel:

Daniel está con la Alice, pero anda puro pensando en la Ana.
Ana se casó con el Lucho, pero igual le gusta el poeta sufrido de Daniel.
La Alice, que no es ninguna boluda, cacha que Daniel anda en otra, pero se hace la lesa.
Y Lucho... Lucho solo quiere que no lo gorreen.

Acto 3: "Decime la verdad, pero no te enojés"

Aquí el cahuín se pone denso, porque estos cuatro personajes tienen una extraña adicción a decirse la verdad más cruda posible, pa' puro hacerse mierda.
Daniel y Ana empiezan un romance a escondidas. Obviamente, los pillan. Lucho encara a la Ana en una escena épica:

Lucho: ¡¿Te lo tiraste?! ¡Dime la verdad, cuica culia!
Ana: Sí.
Lucho: ¿Y fue bueno?
Ana: Sí.
Lucho: ¿Mejor que yo?
Ana: Fue... diferente.

¡DIFERENTE! La palabra que deja la cagá en cualquier relación. Lucho, con el corazón hecho un bistec, se va a buscar a la Alice a un club nocturno donde trabajaba (sí, la argentina se ganaba la vida como stripper, ¿qué tanto?). Ahí tienen una conversación que es pura sal en la herida.

El resto de la historia es un "ahora te dejo a ti por él", "ahora te dejo a él por ti". Se cambian de pareja como si fueran stickers. Daniel, en un acto de pastelismo supremo, le exige a Alice que le cuente si se acostó con Lucho. Ella, ya chata del weón, le dice que sí, solo pa' que la deje de joder. Y el loco, en vez de cachar la indirecta, se pone a llorar. ¡Un campeón!

La Moraleja a la Chilena

Al final, todos terminan más solos que un dedo y con una caña moral del porte de un buque. La gran lección de esta historia es súper simple:
No seai barsa: Si vai a gorrear, por último no preguntís detalles morbosos después.

El que busca, siempre encuentra: Si andai urgando en el celular o preguntando puras weás, te vai a encontrar con algo que no te va a gustar, poh.
A veces es mejor quedarse callado: La "honestidad brutal" es una paja. Hay cosas que es mejor guardárselas pa' uno.

En resumen, este enredo es la historia de cuatro personas que se complican la vida porque sí, porque les gusta el drama. Es como ver un capítulo de Manos al Fuego mezclado con Infieles, pero con diálogos más rebuscados.

Y ustedes, ¿qué opinan? ¿Conocen a algún Daniel, a alguna Ana o a un Lucho? ¡Dejen su cahuín en los comentarios



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