Eduación de calidad
Trabajo en reclutamiento y muchos clientes me piden exclusivamente postulantes de las universidades más reconocidas, en especial estatales, por capricho de sus dueños. La verdad, considero que es la peor decisión: la mayoría solo aprueba los filtros por venir de una universidad específica, aun cuando no tienen experiencia en el área, lo que termina siendo un dolor de cabeza. En muchos casos, son poco comprometidos, pasan el tiempo viendo películas en la oficina y se la pasan reclamando por la falta de oportunidades laborales, aun teniendo empleos que muchos jóvenes —que estudiaron en universidades o institutos privados sin becas— desearían tener.
En contraste, me ha tocado reclutar postulantes de institutos profesionales menos reconocidos, que estudiaron en jornada vespertina porque trabajaban durante el día para costear sus estudios y sobrevivir. Estos suelen ser excelentes trabajadores, responsables y con hambre de aprender; muy diferente a quienes tuvieron la ventaja de estudiar de día mientras sus padres se esforzaban al máximo para financiar su educación.
Por eso, a las empresas les pido dejar de ser selectivos respecto a dónde estudiaron sus trabajadores. Hoy en día la productividad se mide con hechos y resultados, no con el nombre de la institución.
En particular en el área de tecnología: cuando soliciten un empleado, preocúpense de la historia y el esfuerzo detrás de su formación, y no únicamente del cartón que dice de qué universidad se tituló. Porque hoy existen egresados que solo saben abrir un snack para comer en la oficina ya que no valoraron sus estudios como no les costo de su bolsillo pagarla.