¿Vale la pena?
Trabajo de lunes a sábado en un local chico de repuestos en Rancagua. Entro a las 9, salgo cuando ya está oscuro. Me pagan el mínimo y con descuentos a veces ni llega completo.
Cada vez que falta alguien, me toca cubrir. Si viene un cliente pesado, me lo tengo que aguantar. Si falta cambio en caja, me hacen responsable. Al jefe casi no lo veo, pero igual manda correos con “llamados de atención” por cualquier cosa.
Llevo años en esto y la verdad es que ya ni sé para qué. Me levanto cansado, almuerzo apurado, vuelvo cansado. Lo que gano desaparece en cuentas y pasajes.
A veces me pregunto si trabajar realmente vale la pena. Porque ni ahorro, ni descanso, ni disfruto nada. Solo repetir la misma rutina para seguir sobreviviendo.
Hay días que pienso que estoy solo gastando la vida sentado detrás de un mesón.
