Los almuerzos
Tengo un pequeño local de almuerzos en Providencia, cerca de Tobalaba. Es un espacio chico, con pocas mesas de y una cocina al fondo. Cada mañana preparo lo que alcance: arroz, legumbres, una ensalada simple. Vendo a la gente que trabaja en oficinas cerca, que busca comida rápida y barata.
Algunos entran apurados, miran el menú escrito en una pizarrita que tengo y piden sin hablar mucho. Otros preguntan si 'hoy hay opción vegana', aunque saben que casi nunca... en fin...
Un día llegó un cliente de traje elegante, pidió dos almuerzos para llevar. Pagó con 10 mil y mientras yo hacia la boleta, me dijo: 'Si me tinca, vuelvo mañana'. Nunca volvió. Lo vi después pasar de largo, entrando al restaurante caro de la esquina.
Hay también un guardia de un banco que viene casi todos los días. Siempre pide lo mismo: lentejas, pan y té. Se sienta en silencio, come rápido y se va sin despedirse. A veces deja monedas exactas, a veces me debe cien pesos y me dice 'te lo pago mañana'... Siempre paga.
Cuando cierro en la tarde, reviso lo que quedó en las ollas. A veces sobra un plato y me lo como yo, sentado solo en la mesa del rincón. Afuera la gente sigue pasando, apurada, como si mi nada...
