La oficina y la torta
Trabajo en una oficina administrativa. El jefe cumplía 50 años y entre todos juntamos plata para comprarle una torta grande. La dejamos escondida en el refrigerador de la cocina, envuelta en bolsas para que no la viera antes.
El problema fue que a la hora de salir a cantarle, fuimos a buscar la torta y no estaba. Queríamos acusar al guardia de noche, hasta que vimos las cámaras. El conserje, sin darse cuenta, la había entregado en la mañana a un proveedor pensando que era mercadería congelada.
Terminamos cantándole con té y galletas de máquina. El jefe sonreía igual, pero con esa cara incómoda de alguien que se esfuerza por parecer agradecido. Nadie mencionó la torta.
Esa misma tarde, el proveedor nos mandó por error una foto de bodega: la torta estaba abierta arriba de unos tarros de pintura, con media parte comida a cucharadas por los bodegueros.
