Un café con caracter
Trabajo en una oficina chica y todos tenemos que turnarnos para preparar el café. Un día me tocaba a mí y, sin darme cuenta, usé sal en vez de azúcar.
El gerente, todo serio, se sirvió su taza en plena reunión y, cuando dio el primer sorbo, se quedó congelado mirando a la mesa. Pensé que me iba a retar... pero en vez de eso, dijo:
—'Chicos... este café tiene carácter'.
Todos tratamos de aguantar la risa, pero fue imposible. Desde ese día me dicen la barista exótica y ya no me dejan acercarme a la cocina.
