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Fui el próximo crack, pero me ganó la camiseta

Hoy día mi pega es hacer lo que salga. Un arreglo eléctrico por aquí, una cañería por allá. Boleteo y con cuea llego a fin de mes. Pero cuando yo tenía 17 años, cabros, yo era bueno pa' la pelota. Bueno de verdad. La pelota se me pegaba al pie... Era cosa de magia...

Estaba en la escuela de fútbol del club de mi vida. El equipo de mi papá, de mi abuelo. Pero el técnico de turno no me pescaba. Prefería a los más altos, a los que corrían más. A mí no me querían hacer subir...

Y un día, pasa lo impensado. Me llama un veedor del archirrival. Del equipo que odiamos con el alma. Me dice que me han estado mirando y me ofrecen una prueba para pasar directo al plantel profesional... Profesional! El contrato, las lucas, la tele... todo.

Mi cabeza decía 'ándate, weón, es tu oportunidad'. Pero la guata me decía otra cosa... Lo pensé diez segundos. Le dije 'gracias, pero no. Yo por esa camiseta no juego nica'.

Y ahí quedó. La oportunidad de mi vida se fue en esa llamada. Nunca más me llamaron de ninguna parte.

Mis amigos me dicen que fui un weón. Y sí, a lo mejor lo fui. Pero a veces, cuando veo un partido y los jugadores se besan la camiseta, pienso... chucha, yo esa hueá la hice de verdad. Y me costó la carrera.



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