El domador de gatos...
Hola... les cuento, los fines de semana trabajo como DJ, igual soy un poco conocido en el ambien... Mi pega es simple: poner música fuerte para que la gente se olvide de sus problemas y baile hasta que le duelan las patas. Me muevo entre luces, humo, y el 'pum-pum-pum' del bajo que te pega en el pecho. Es una pega bacán, la verdad.
Pero ese no es mi verdadero talento. Ese es el que mantengo en secreto. Mi verdadero superpoder, el que muy poca gente conoce, es que soy una especie de... encantador de gatos.
Sí, leyeron bien. Soy el loco que le habla a los gatos... Todo partió con mi propio gato, el 'Mishi-fus', que cuando llegó a la casa era más atravesado que la chucha. Un demonio con piel de peluche. No había caso, mordía, arañaba, se escondía. Un día, ya chato, me senté en el suelo y empecé a hacerle ruidos weones, como un 'prrrr' largo y a parpadearle súper lento. No me pregunten por qué. Y el gato culeco se calmó. Se me acercó y se empezó a restregar... ctm, funcionó!
Ahí quedó la anécdota, hasta que un día fui a la casa de un amigo. Su gata nueva estaba arriba de un mueble, bufando como loca, y mi amigo no la podía bajar. 'Déjame a mí...', le dije, medio en broma, medio en serio. Me miró con cara de 'este wn qué se cree'... Me puse en el suelo, empecé con mis ruidos raros y mi parpadeo de imbécil. Mis amigos se cagaban de la risa. A los cinco minutos, la gata bajó y se me sentó en las piernas.
El silencio fue épico. Mi amigo solo atinó a decir: 'wn...!, estai poseído?'.
La voz se corrió en mi círculo interno. De repente, ya no era solo el DJ, era 'el Javi que arregla gatos'. Me llamaba la amiga de una prima: 'Oye, Javi, es que mi gatito no quiere usar la caja de arena'. Y ahí estaba yo, dándole consejos por teléfono.
La mejor fue una vez que me llamó una señora, la mamá de la amiga de mi cuñada, una cuestión así. Una señora súper cuica de Las Condes. Su gato persa, 'Donatello', no comía hace dos días porque 'estaba deprimido'. Fui a su departamento. Imagínenme a mí, con mis tatuajes y mi cara de sueño de haber trabajado hasta las 5 de la mañana, llegando a un living lleno de cuestiones finas a tratar a un gato con depresión...
'No se preocupe, señora', le dije. 'Yo me encargo'. Me saqué las zapatillas, me senté en la alfombra persa y empecé mi ritual. La señora me miraba como si fuera un chamán de Chimbarongo. A los diez minutos, Donatello estaba comiendo de mi mano. Me pagó 20 lucas por hablarle como idiota a un gato!
Lo más chistoso es cuando se me cruzan las dos pegas. El otro día, en medio de un set, con la música a todo chancho, me vibra el celular. Era la señora de Las Condes. Salí a la terraza, con el 'pum-pum-pum' de fondo, y yo gritando: NO, SEÑORA, NO LE GRITE! ¡TIENE QUE HACERLE 'PSPSPS' PERO CON SENTIMIENTO!'. La gente que estaba fumando afuera me miraba pensando que estaba loco.