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Ella lo es todo para mi

Han sido días complejos en mi trabajo, mucho estrés, problemas con mi esposa, mi hijo entrando en la adolescencia y hace y deshace con toda la familia aprovechando cuando no estoy.
No es mi hijo sanguíneo, su progenitor lo abandonó a los 2 años, yo conocí a su mamá cuando el tenía 7, desde ahí que me dice papá. El temor de su familia materna era que rompiera su burbuja de perfección: el niño todo lo hace perfecto, nada es malo, si el quiere algo se le da de inmediato como el quiere.
A mí me odiaron desde siempre, porque yo lo vi como un arbolito torcido: le contestaba a la mamá y no le hacía caso en nada, la acusaba con el resto de su familia para que a ella la retaran y siempre tomaba la comida del resto si a el le gustaba

Embaracé a mi entonces polola y arrendo un departamento, le dije que se iría conmigo porque ningún bebé mío iba a crecer en el ambiente hostil de su familia, y comencé a educar a mi hijo: por favor para pedir las cosas o no se le da nada, gracias cuando las recibe o se las quito, se saluda al llegar, se despide al irse y la voz de la mamá es ley. Lo básico

A su familia le pareció mal que yo no me adaptara al niño y tratara de cambiarlo, así que los mandé a la mi2rda y les dije que solo la mamá me podía recriminar. En otra ocasión, les dejé bien en claro que las únicas opiniones que me importaban eran la de mi mamá, mi papá, mi hermano, mi entonces prometida y mi suegro (el único con sentido común de toda esa gente, lo quise mucho mientras vivió).

Nació mi hija, mi suegra enojada porque yo fui el primero en verla, el primero en cargarla y la clínica no permitía que otra persona que no fuera el papá estuviera donde la limpiaron, pesaron y midieron. También hice apego con ella, lo recomiendo, vi sus deditos sobre el dedo de mi mano y fue en esa fragilidad que entendí que mi mundo es ella.
Mi hijo cambió, asumió el rol de hermano mayor y comenzó a comportarse mejor, la distancia con esa gente también ayudó y comenzó a comprender que en realidad el mundo no giraba en torno a él. La familia de mi esposa intentó mandar sobre la crianza de mi hija: que no la tomara en brazos tanto, que no la viera tanto, que la dejara durmiendo sola en una pieza, que ellos le enseñarías cosas.

Los senté a todos en la mesa y les mostré cómo soy enojado, y les dejé bien en claro que el papá soy yo, el que toma las decisiones sobre mi hija soy yo, que todos pueden opinar lo que quieran pero me vale 20 hectáreas de verga, y que la única que a mí me va a cuestionar o debatir es la madre de mi hija, nadie más. Más me odiaron pero quedaron todos claros.

En su primera semana de vida aprendí a cambiarle sus pañales, dormía conmigo, yo le di de comer, jugué con ella, dio sus primeros pasos conmigo (luego me enteré que todos intentaron que caminara antes de que yo estuviera con ella, pero mi hijita no quiso, solo conmigo), le leo cuentos, la protejo de los monstruos, vemos películas y series que le gustan, hacemos tareas juntos, la llevo al jardín y la voy a buscar. Mi esposa también lo hace, y para el día del padre me desperté con mi hija saltando encima mío y llenándome de besos, mi hijo me dio un abrazo y un beso, y hoy cuando más hundido me sentí, hice una videollamada a mi casa y le dije a mi hija que es mi niña linda hermosa, ella sonrió y se puso feliz, y todo pasó. El cansancio, el estrés, los problemas, todo se convierte en nada cuando la veo sonreír. Algunos pensaran que mi hijo quedó de lado, pero es domingo, estaba pegado en el computador, más tarde apareció y le dije que lo quiero mucho y el me respondió que el a mí también.

Tal vez hayan muchas cosas que pudiera cambiar o mejorar en mi actuar, pero no me arrepiento de nada, mientras vea a mi familia feliz (esposa y niños), puedo trabajar tranquilo.

Y eso, solo un desahogo, mi familia es lo primero, pero entre todos ellos mi hija es la primera, supongo que eso cuenta como confesión.



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