Lo que me dijeron al final no era real.
Durante toda mi etapa escolar escuché una frase que me marcó: “Te cuestan las matemáticas”.
Me lo dijeron mi profesores, una y otra vez, (en el liceo) No entendía bien los ejercicios, me bloqueaba en las pruebas, y nunca fui rápida con los cálculos mentales. Para el sistema educativo, eso bastó para etiquetarme como "débil" "floja" o "sin capacidad lógica". Nadie se tomó el tiempo de preguntarse si quizás el problema no era yo... sino cómo se estaban enseñando las matemáticas.
El modelo escolar premia a quienes memorizan fórmulas y resuelven ejercicios repetitivos en poco tiempo. Pero no valora a quienes piensan de forma diferente, a quienes necesitan contexto real, o a quienes procesan los números con una lógica menos rígida. Años más tarde, comencé a trbajar en el mercado financiero. Y para mi sorpresa, descubrí que usaba matemáticas todos los días:
Calculo porcentajes y relaciones de riesgo, Analizo patrones numéricos y visuales, Tomo decisiones basadas en datos, Administro capital con precisión, Evalúo escenarios complejos bajo presión
Hoy, vivo de esto. Y me doy cuenta de algo importante: nunca fui mala para las matemáticas. Solo estaba en el entorno equivocado, con profesores que no supieron mirar más allá de la prueba escrita.
Es hora de que el sistema deje de destruir la confianza de los estudiantes que no encajan en su molde. Porque muchos, como yo, somos capaces de aplicar la matemática con éxito cuando tiene propósito, contexto y sentido.