Salvese quien pueda
Si han leído mi confesión #70984, sabrán que viví una experiencia increíblemente injusta en una empresa. Allí descubrí que una compañera estaba robando y trató de echarme la culpa por un error que cometí al facturar una boleta. Todo comenzó cuando cometí un error en la emisión de una boleta, y mi compañera aprovechó la oportunidad para cubrir su robo, echándome la culpa. La supervisora se dio cuenta de la situación, pero optó por hacerse la desentendida. Aunque nunca acusé directamente a nadie de ladrona, esta persona terminó delatándose sola.
La situación empeoró cuando, tras el incidente, comenzó a acosarme hasta el punto de que tuve que denunciarla por acoso bajo la Ley Karin. Envié un correo formal a Recursos Humanos y a la supervisora, detallando lo sucedido y solicitando intervención, pero lo único que recibí fue silencio.
Poco después, me despidieron por 'necesidades de la empresa', aunque ya tenían a alguien contratado para mi puesto de inmediato. Realicé todas las denuncias pertinentes en la Dirección del Trabajo, pero la rabia y frustración seguían presentes, ya que sentí que, a pesar de haber denunciado la situación, no se tomaron medidas adecuadas para resolverla, lo que aumentó mi frustración. Aunque terminé aceptándolo, no quise quedarme en silencio, porque era un secreto a voces que en mi trabajo no duraban las personas, por culpa de esta persona. No era la primera vez que hacía estas cosas. Ella se creía intocable por ser amiga de la supervisora y algunos jefes.
Finalmente, el día en que me fui, decidí escribirles un correo de despedida a mis compañeros, ya que algunos me habían preguntado qué me había pasado. En ese correo, agradecí a quienes me trataron bien, pero también dejé claro que había denunciado el acoso con la Ley Karin y que ni RRHH ni la supervisora tomaron medidas. En el correo mencioné el área involucrada, pero sin revelar el nombre de la persona. Sin embargo, todos supieron quién era, y me comentaron después que esta persona estaba muy nerviosa, ya que el correo dejaba en evidencia lo sucedido, aunque nunca la mencioné directamente.
Es increíble cómo, por robar unas pocas lucas, alguien es capaz de echarle la culpa a otro trabajador y, de paso, hacerlo perder su empleo.
