Noche de paz
Me encanta cantar. Llevo años integrando un coro y he disfrutado mucho de las actividades artísticas a las cuales concurrimos, especialmente en esta época del año. Alguien que canta en un coro tiene muchísima actividad durante el mes de diciembre. Pero se disfruta mucho, especialmente las demostraciones de afecto y emoción de las personas que nos escuchan.
Normalmente nos piden que al final de cada concierto navideño entonemos los arreglos del villancico universal por excelencia, Noche de Paz. A veces lo cantamos a capella o con instrumentación. No deja de ser emocionante.
Esta Navidad es la primera que en mi familia viviremos después de la partida de mi papá. No pude evitar acordarme de él en los últimos tres conciertos que tuvimos y que las lágrimas se me salieran solas de los ojos. Y a muchos coralistas nos ha pasado eso mismo cuando nos toca entonar ese cántico universal creado en 1818.
Mi papá está lejos de todo sufrimiento y eso nos tiene tranquilos, pero la nostalgia es es fuerte. Sé que muchos de ustedes ya han vivido esto, ya sea con su padre o cualquier persona cercana. Cuesta bastante, ¿verdad?
Pero no quiero ser egoísta. Lo extraño mucho, pero es cierto que ya debía descansar y su alma está en paz. A veces me critico yo mismo por ser un tanto sensible, pero creo que lo normal es tener ese sentimiento en estas circunstancias.
Este año se va con logros, desaciertos, lágrimas y risas. Y cuando pasó lo de mi padre muchos de mis colegas me sorprendieron al asistir en masa a abrazarme y prestarme apoyo. Y ése fue uno de los mejores regalos que pude recibir este año.
Mientras tanto, pienso seguir cantando.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS. ¡Un abrazo, cielo, papá!
