Cuesta, pero se puede.
Hace años atrás pase por una depresión terrible, estuve cerca de dos años sin trabajar, culpando al mundo, luego con terapia salí adelante, empecé a salir de mi casa y tenía que encontrar un trabajo.
Cómo era joven y me quedé haciendo nada me costó mucho encontrar algo, me había quedado atrás y la única opción fue partir de cero. Empecé ganando el mínimo. Luego entre a estudiar, y siempre andaba al tres y al cuatro. No me duraban nada las pegas ya que al ser pegas no calificadas a la primera te mandaban pa afuera.
Nunca quise vender mi auto, aunque mucha gente me decía que lo vendiera, pero era tan viejito que la verdad no le iba a sacar mucha plata y pues igual me servía pa uno que otro negocio. Siempre andaba corta, muchas veces mis amigos me invitaban pero me daba lata andar de barsa, y pues siempre contando los pesos pq pues mi profesión era mal pagada y nada que hacer.
Hasta que un día mandé todo a la cresta y dije bue... Si voy a ser pobre, voy a ser pobre feliz y no pobre amargada y renuncié y me puse a hacer mis manualidades, aritos pulseras, cosas que había aprendido en la vida y empecé a vender y a hacer distintas cosas que sabía y me gustaba y pues, un par de años después una de las satisfacciones más grandes de la vida es pasar a la bomba y llenar el estanque, sin preocuparme cuánto vale la bencina si va a subir o bajar, en mi auto nuevo.
Cuesta más que la cresta pero algunos tenemos una historia con final feliz. Ahora estoy en un curso aprendiendo nuevas técnicas para aplicarlas en mis talleres y joyería, y cada vez que veo una moneda en la calle me agacho a recojerla, pq nunca hay que olvidarse de como se recogen las monedas del suelo.
