Reestablecer contraseña

La dirección de correo electrónico está asociada a tu cuenta.

¿Por qué registarse?

Full Confession Control

Actualizar / eliminar o editar tus confesiones.

Notificaciones

Suscríbase para recibir notificaciones por email con las respuestas a tus confesiones.

Publicidad

¿Quieres publicitarte con nosotros? Comienza creando una cuenta.

¿Tienes alguna confesión laboral?

El nombre es opcional o puedes poner un seudónimo si lo deseas.

Cada vez que pasa una nueva crisis, vuelvo al punto de origen.
O eso pienso.

Me siento una niña pequeña, sola, angustiada, abrumada e introspectiva. Tengo 28 años, pero eso no evita sumergirme en un llanto ahogado y desesperado.
El sábado salí a pasear con mis 2 perros. Todo iba normal, hasta que llegamos a la recepción del edificio y Lazlo -mi cachorro rescatado de un refugio en una playa de un país tercermundista (más que refugio, era un terral en donde debía pelear con 30 perros mayores para poder comer)- se asustó porque vio a un perro más grande, así que se puso nervioso y mordió a un vecino que esperaba junto a nosotros el ascensor. El impase duró 2 segundos. Lo corregí inmediatamente.
P5t1 madre.

¡Voy a llamar a Carabineros ahora mismo! -me gritó enojado el anciano de 85 años.
Lo entiendo, obvio, se asustó. Pero no es mi culpa. Yo no soy el perro. Cumplo con todas las aristas de la tenencia responsable. Ambos estaban con arnés y correa, mas no con bozal, porque son quiltros y la ley no estipula que un perro sin raza deba ir con bozal.

Discúlpeme, de verdad, por favor, discúlpeme -le dije en medio de sollozos angustiantes. Es primera vez que pasa algo así -expliqué. Por favor, señor, déjeme ayudarlo.
Se fue enojado y con gritos amenazantes. Insistía en llamar a los Carabineros, pese a que no puse resistencia alguna. Subió hasta su departamento y, según su hija de 60 años, lo hizo pidiendo auxilio.
Le empezó a salir sangre -el señor tenía varias enfermedades de base y, por tanto, una piel bastante sensible- y se fue a la clínica.

Me va a tener que pagar todos los costos asociados a esto. Incluso sugiero una indemnización psicológica por el susto -me comentó la señora.
P5tísima madre.

Me mudé hace 2 meses a Chile (soy chilena, por cierto). Trabajo desde que tengo uso de razón y actualmente estoy conforme con mi sueldo, pero tampoco es muy alto. Lo que gano lo destino a vivir tranquila y a cuidar a mis animales que amo con todo mi corazón.
Además, a este perro habría que sacrificarlo por violento. Los perros que muerden a personas deben morir -sentenció la mujer.
Re p5t1 madre.

No voy a permitirlo. Antes de ver morir al perro que salvé de la miseria, prefiero cambiarme nuevamente de país. Cambiar mi celular. Irme a la mierda.
Empecé a angustiarme. Me dio una crisis de pánico. Me acordé del día en que supe que mi papá se había s5icid1do. Me angustié más.
La sensación conocida y familiar de la crisis intensa vino a mí nuevamente. Y eso que pensé que las había superado.

Empecé a transpirar helado, a tener mil pensamientos invasivos e incontrolables. Mi palpitación estaba acelerada. Sola en el departamento que arriendo desde hace poco, empecé a revisar mi lista de contactos del celular para ver si alguien podía ayudarme a calmar mi mente intranquila. Mi mamá, obvio, cómo no lo pensé antes. Mi mamá es mi lugar seguro siempre.
Yo pago lo que tenga que pagar, señor, de verdad discúlpeme -le dije. De verdad, señor, es primera vez que pasa algo así y lamento infinitamente haberle cagado el sábado, de verdad, lo siento tanto -le repetí llorando. Yo pagaré la cuenta de la clínica.

No me importa. Una indemnización psicológica es la que voy a necesitar por el susto -insistió él.
Después de unas horas, me envió la cuenta hospitalaria. Fueron $121.000. Solo se hizo unas curaciones. Según él, habría que volver la próxima semana a hacerse otras curaciones y, además, tendría que pagarle unos antibióticos de $30.000. A esto se le sumaba la indeminización psicológica que, según él, necesitaba.

La herida no era grave. El impase, como dije, duró literal 2 segundos. Mi perro cumplía con toda la normativa vigente. Lo amo y lo tengo con todas sus vacunas y documentos al día. Se los había enviado.
Pero el señor siguió amenazándome. Insistiendo con que sugiera una suma que pueda reparar el daño que, según él, sufrió.

Y ahí me enojé. Y volví a mi punto de origen.
A mi esencia protectora. A mi seguridad a veces quebrantable.
No soy una mala persona. Tengo 28 años. Soy responsable, trabajadora, leal. Me preocupo. Me apego a las normas. Si tengo que pagar una cuenta clínica, la pago. ¿Pero indeminización psicológica? No.
El daño psicológico lo sufrí yo. Y nadie va a venir a amedrentarme de esa manera tan grotesca. Me dijeron que matarían a mi perro.

Nadie puede pasar a llevarme así. Gritarme. Amenazarme con hacerle daño a un ser que adoro.
No hice nada malo. No cometí un error. El accidente fue provocado por un animal. Un animal rescatado.
Mire, señor, si usted quiere demandarme, hágalo. Vamos a un juicio. Aquí tengo todas las pruebas de que el que fue agresivo y ocasionó un daño psicológico fue usted. Sí, usted fue víctima de una mordedura de perro, pero yo fui víctima de agresiones y amenazas -le expliqué. Además, me dijo que habría que matar a mi perro. Sufrí una crisis de pánico. Las cámaras del edificio lo comprueban. Se me ve llorando desesperada mientras ud me sigue gritando. No soy una criminal, señor. Le pagué la cuenta de la clínica, ¿qué mas quiere que haga?

Se quedó callado.
Y me dijo que cerráramos el tema ahí.

Y yo me pregunto... ¿qué hubiera pasado si es que cedo ante sus amenazas? ¿Si es que no me pongo "firme" y le explico que, en realidad, el que vulneró mi salud mental fue él?
Probablemente me hubiese sacado los $500.000 que esperaba por la indeminización psicológica.
Qué feo corazón. Qué feo vivir así, en una sociedad tan egocéntrica que no ve más allá de los propios intereses.
Ojalá nunca caer en eso.
Ojalá siempre poder volver a mi origen.



No te reprimas. Completamente anónimo.

Suscríbete a nuestra lista de correo.

Ingresa tu email y te mandaremos las últimas confesiones
Nosotros valoramos tu privacidad, nunca compartiremos tu correo con nadie.