Siendo la vida
Trataré de ser breve. Tenía 22 años cuando fui mamá. Todo estaba bien hasta que mi hermana menor se suicidó, dejando a su bebé de un año y 4 meses a la deriva. En ese momento, mi bebé tenía solo 3 meses. Tomé la difícil decisión de hacerme responsable de mi sobrinito, a pesar de encontrarme en una relación que no quería continuar. Mi hermana tenía una relación muy violenta con el padre de su pequeño, además de enfrentar problemas legales. Así que me vi involucrada en trámites legales, comparecencias en tribunales y cuestiones con el sename.
Entre trámite y trámite, el Sename llegó al punto de preguntar: "¿Tiene pareja estable?". Quedé asombrada y, en un segundo, respondí que sí. Luego vino una situación más difícil aún: el Sename me dijo que si no tenía pareja estable, no podrían entregarme a mi sobrino y que tendrían que llevárselo al Sename. No pueden imaginar todo lo que pasó por mi cabeza: abuso psicológico, violaciones, maltrato de todo tipo hacia mi bebé (sobrinito). Continué, me deprimí mucho, al punto de casi suicidarme por todo lo que estaba experimentando.
Pasé 5 años con medicamentos, llegando al punto de olvidar partes de mi vida que aún no recuerdo. Pero siempre estuve ahí con mis niños. Eran mi motor: controles, fiebre, caída de dientes; siempre peinados y limpios. Yo amaba a mis niños. Fueron creciendo y hoy, escribo esto desde el baño con los ojos llenos de lágrimas y pena. Ese niño creció; ahora es un hombrecito de 20 años.
Con un comentario, mi tía nunca me quiso. Escuchar eso me ha destrozado la vida. He pensado en dejar todo atrás y salir corriendo de donde estoy. Con mi pareja, habíamos hecho todo para que a él no le faltara nada, pero mi hijo-sobrino hizo todo lo posible para que nos separáramos. Me gritaba: "¡Usted no es mi mamá! ¡Ustedes no son mis papás!" Hacía comentarios a mi pareja de que yo lo engañaba, que era mala y que cuando yo no estaba cerca de ellos, hacía comentarios para ponernos en contra. Finalmente, nos separamos.
Me tocó escuchar cosas como: "Yo no les pedí que me cuiden". Llegó a los empujones contra mí, y tomé la decisión de vivir sola con mi hija porque ya no aguantaba más. Sentía que lloraba y se me desgarraba el pecho.
La conclusión a la que llegué después de todo esto es algo que una mujer de edad ya me había dicho: "Nunca te hagas responsable de niños que no son tuyos. Son crueles". Me tocó vivir el dolor del desprecio de la personita a la que cuidé, crié y protegí de todo y de todos, y él me destruyó la vida y la familia. Para mí, siempre fue y será mi hijo, pero para él, nunca fui considerada ni siquiera como madrastra, y eso duele. No tiene nada de laboral, solo que dentro de toda esa situación, me hice independiente.
