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El triste...

Siento que estoy muerto en vida. Hace un tiempo, y sin buscarla, conocí a una mujer espectacular, hermosa en todo sentido. Jamás hubo nada más que un cruce de saludos, y eso me daba alegría inmediata todo el día. Estoy en pareja hace más de cinco años, nos llevamos relativamente bien, pero últimamente la relación ha ido muriendo. Siento que ya ni siquiera me mira como hombre. Ella tiene un hijo que tenía entre 3 y 4 años cuando se vino a vivir conmigo, y ahora siento que soy más el papá de su hijo que su propia pareja, no sé si me entienden. Y aparece esta mujer en mi vida, y sentía que al verla había una chispa dentro de mí. Su sonrisa me hacía sonreír por horas cuando la veía, en fin, era algo muy lindo.

Por esas casualidades de la vida, ella quedó sin trabajo, y un amigo en común hizo llegar su contacto al mío, y comenzamos a hablar más seguido. No pasó mucho tiempo y le confesé sentir algo por ella. En ese momento, de verdad no sabía qué era. Mi sorpresa fue que ella estaba en la misma que yo. Pasó más de un mes para que aceptara juntarse conmigo, pero el día que nos juntamos, mi mundo por completo se iluminó, y desde ese día solo era feliz al estar con ella. Cuando me escribía los buenos días o teníamos esas conversaciones que de la nada sacan un tema largo y profundo.

El problema es que ella también estaba en pareja, casi en las mismas condiciones. Se sentía dejada de lado y que la rutina que tenían la estaba matando. Comenzamos una relación clandestina, y quiero que sepan que nunca me sentí vivo en estos últimos años. No le costó nada encontrar un buen trabajo. Compartía todos sus logros y éxitos conmigo. Fueron meses increíbles de felicidad. Hacíamos todo lo posible para vernos, intentábamos hacer compras solo para vernos, horas extras laborales, permisos en los trabajos sin que se enteraran en ambas casas. Éramos unos inconscientes felices cada vez que podíamos vernos, solo vernos, jamás pasó nada más allá que besos y abrazos, ya que ella sentía que eso sería la traición máxima y no podría lidiar con la culpa. Sin embargo, ella sentía que ya no debía seguir con él. Cada vez que nos veíamos, sentía que sus besos eran más sinceros y con amor, y sus caricias y toda su dulzura me dejaban claro lo que ella sentía por mí.

Por otro lado, estaba mi pareja, que es todo lo contrario. Nunca me hace cariño, siempre está cansada, hace años que no se arregla, y no sé, quizás sea egoísta, pero siento que su hijo no me quiere. Y por más que me esfuerzo, no sé cómo revivir o darle un nuevo aire a esta historia.

Pasó el tiempo, y ella (la amante) quería vernos más seguido. Me hacía ver que con 15 minutos al día no era suficiente estar juntos. Y si bien tenía razón y yo quería lo mismo, se me estaba haciendo imposible hacerle más tiempo sin que me quedara la cagada en la casa. Y ustedes se estarán preguntando por qué no dejo a la otra y me quedo con la nueva. Resulta que mi pareja actual no tiene un trabajo fijo, ingresos menores a los que no le dan para pagar la vida que en estos años ha aprendido a llevar conmigo. Yo pago todo, y además le pago el colegio a su hijo, porque lo que le da el papá no alcanza ni para el furgón escolar. Me da lástima que tenga que volver a vivir con su mamá o con la hermana y arrastrar a ese niño de nuevo a una vida inestable. Esa es la razón por la cual no puedo dejarla así, no más. Y me encantaría tener más plata y pasarle, pero no me alcanza. El asunto es que ella, la mujer más hermosa y buena que conocí en la vida, no quiso esperar. Dice que no puede más, que la culpa la consume.

Los primeros días de septiembre nos juntamos por última vez. En sus ojos ya no había la misma luz con la que me miraba siempre. Me dijo que seré breve, no puedo seguir viéndote. Resulta que su pareja se dio cuenta de lo que estaba pasando y comenzó a cambiar. Le prestó más atención, comenzaron a salir más (puede sonar loco, pero me hice un perfil falso y los sigo a ambos). Suben todo, amor, amor, amor. Respiran y cagan amor. Respeté su decisión y no la volví a buscar. Me sacó de sus contactos. Ni siquiera podía ver su foto de perfil. Sin embargo, ella no sabe que igual sé todo, y me duele, me carcome el alma ser tan débil y no dar el paso y dejar a mi actual pareja y jugarme por ella. A veces pienso en hacerlo, levantarme y decirle que ya no puedo vivir así, que estoy enamorado de otra mujer que en 4 meses me hizo sentir lo que en ella no fue capaz de hacer en todos estos años.

Todos los días, desde que se fue de mi vida, me levanto y me acuesto triste. Llego al trabajo, y antes de salir del auto, se me han caído lágrimas por no estar contestando los mensajes que me dejaba a primera hora. Extraño las fotos diarias de su cara hermosa, compartir toda mi jornada con mensajes y atenciones propias de los enamorados. Extraño sus besos y caricias. Y así ha pasado este tiempo triste, y extraño. He ido a su trabajo y he estado por largo rato mirándola de lejos. Estaciono frente a la plaza donde suele pasear con su mascota, y cada vez que la veo, siento que sin ella estoy muerto en vida.



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