Larga y extensa jornada
Nadie sabe ni entiende cuando dices, estoy cansada, agotada. He llegado a un punto de ni siquiera querer hablar ni mirar, a ese nivel de cansancio. Todo se me hace muy difícil, hasta pensar en que me debo levantar, duchar e ir a trabajar. En las noches me habló y me digo; vamos, serás capaz de trabajar mañana, lo debes hacer, lo necesitas y serás capaz.
Pero nadie sabe que mi mente se encuentra apagada y debo hacer un gran esfuerzo para tener una sonrisa en la cara y tener que escuchar a otras personas. Trabajo en educación y mi día a día debe ser todo una actuación. Cuento las horas para que el día acabe, para que mis colegas dejen de hablarme y los niños de abrazarme. Los quiero mucho, pero no quiero nada. Me siento como en una nube que sólo sé que debo respirar.
Hace pocos días mi padre me dice, ya basta de sentirte cansada o enferma, debes estabilizarte. No vivo con él, pero mantengo una comunicación fluida con él.
Lo que él no sabe y no conoce es la lucha que es para mí levantarme por las mañanas y superar mi día a día.
No sé que pasó en mi vida, que de un día para otro, sentí que mi vida se apagó. Que sólo quiero dormir y no abrir los ojos.
Mis amistades se han alejado porque ya no soy la alegre, la que ríe, la que siempre tenía un consejo, es más que les diga que estoy cansada y se nota esa distancia.
Mi mejor amiga hace dos meses que no me pregunta cómo estoy. Sus mensajes son: hola, dónde estás? Estás en tu casa? No quiero ser víctima de esto que me está sucediendo, sólo quiero transmitir que las personas solo les sirves cuando estás bien y estás alegre.
Dentro de todo esto que siento, me me tienen viva mi gatita y mi perro. Ellos siempre están a mi lado y en estos días tristes pasan cerca de mi.
Sólo quería desahogarme...
Estoy en mi trabajo contando los minutos para que esta extensa jornada termine.
