Soldado que arranca...

Empecé a trabajar en el servicio público hace unos años atrás.
Al principio mi jefe era re buena onda, luego de unos meses me di cuenta que era un maricón sonriente que nunca quedaba mal con nadie.

Yo era quién hacía toda la pega y él quién posaba para la foto. El hueón llegaba 3 horas tarde, si llovía no iba, en las mañanas estudiaba ( llevaba como 12 años en la u) y a la hora de colación se iba a dormir siesta donde su mamá.

A todo esto deben sumarle que trabajaba su 'mejor amigo' en la oficina, el goma. Al que siempre tuvo para el hueveo y miró en menos. Ese era otro hueón inútil más, no hacía nada y a todo el mundo le lloraba que lo explotaban.

Luego de un tiempo ir a trabajar era una pesadilla, pero por cosas de la vida me ofrecieron un mejor trabajo, sin dudarlo renuncié. Fui el día lunes y le planté la renuncia en su cara. Me pidió que me quedara, me ofreció aumento de sueldo, pero no acepté.

Obviamente habló pestes de mi, me acusó de traición y cuántas pelotudeces se le ocurrió.

Nunca me detuve a pararle los carros, confié en que el tiempo pondría las cosas en su lugar.

Han pasado varios meses y la semana pasada me enteré que lo despidieron. El amigo bueno para nada le hizo la pata al jefe y lo dejaron de encargado y el hueón aún no para de llorar por redes sociales.

El destino hizo lo suyo, puso cada pieza en su lugar.