Las bromas no siempre son bromas
De tras de una broma, siempre hay algo real.
Cuando tenía 19 años, mi jefe me dijo en una ocasión que debería trabajar en una línea erótica mientras se reía.
- "No entiendo" le dije.
Él respondió "es una broma"
- "Explícamela" repliqué.
Y así es como aprendí que cuando los acosadores tienen que explicar por qué se supone que sus bromas inapropiadas son divertidas, dejan de hacerles gracia.
Mi padre había dicho: nunca te rías. Ellos interpretarán tu risa nerviosa como un cumplido y seguirán haciéndolo. En lugar de ello, finge que no lo entiendes y observa cómo son incapaces de explicar por qué deberías reírte. He utilizado este consejo toda mi vida'
