Por mis viejas.
Este es un desahogo más que una confesión. Soy hijo único, vivía con mi viejita y mi abuela. Después de vivir cerca de ellas, me fui a vivir a santiago hace unos años, antes de la pandemia. Cuando empezó el estallido, perdí mi pega y decidí volver a mi ciudad natal, con mi familia. Y no puedo agradecer más.
He podido cuidarlas y noté lo mucho que me necesitaban, especialmente en pandemia. El mundo está cada vez más hostil y en especial con los adultos mayored. Creo que tendré que dejarme de lado un poco y seguirlas cuidando un poco.
Lo laboral es que agradezco que mi pega sea remota. No podría hacer esto si tuviera que trabajar en Santiago.
