La vida misma
Confieso que he pasado un tiempo cesante, y ahora al fin con trabajo, en condiciones inimaginables por un sueldo escuálido.
Pero lo triste no es el sueldo, sino tener que trabajar con personas frustradas, envidiosas y resentidas, que sólo por ser quien eres, tratan de hacerte cada día todo más difícil, como si la vida de por sí ya no fuera difícil.
Eso es lo triste, la maldad que habita en el alma humana, que en vez de cooperar a que salgas adelante, tratan de echarte al hoyo. ¿Será parte de nuestra idiosincracia?