Ahora todo es distinto
Hace mucho tiempo tuve una pareja con quién experimenté el amor. El inicio de nuestra historia fue hermoso, casi como el de una película antigua, ya que por esas cosas de la vida nos conocimos en un ascensor y no nos separamos durante mucho tiempo. Fue magnetismo puro. Hacíamos sinergía, juntos podíamos hacer lo que quisiéramos: Ella sano de una de estas enfermedades extrañas y yo, un porro bueno para el carrete, llegué a la jefatura a los 25 años. Pasamos todo tipo de situaciones e, independiente de la dificultad, nunca dejamos de estar el uno para el otro.
Esto la posicionó cómo la persona más importante y respetable de mi vida...
Un día, mientras me encontraba fuera de la ciudad a causa de mi trabajo, tuve una fuerte sensación de que algo no estaba bien. Mi intuición gritaba. Al finalizar la jornada me llamó para contarme que me había engañado con uno de sus amigos y que ya no correspondía a mi amor.
Para nosotros la palabra lo era todo y no me quedo más que aceptar: No había vuelta atrás. Experimenté el desamor y fue terrible. Las cosas dejaron de tener color, la música dejo de tener sentido, la comida me parecía insípida, mi mente no dejaba de trabajar y el sueño nunca llegaba. Pese a esa dificultad, pude seguir trabajando y rindiendo, hasta que un día todo volvió a la normalidad en mi, excepto por una cosa: Me siento incapaz de volver a amar.
