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Palabras de amor

Esto tiene de laboral lo que un político puede tener de honesto. Confieso que solo quiero compartirlo porque quiero atención y opiniones de otros. Y porque algunas historias de amor no deberían terminar nunca.

La vi por última vez unos diez años atrás y me emocioné como si fuera la primera vez que la viera.

Tres años antes de ese cóctel donde coincidimos, habíamos terminado definitivamente una relación de cuatro años, con palabras hirientes y rencores frescos.

En ese entonces éramos unos jóvenes tiernos, alocados, soberbios y hueones. Ninguno entendía que lo que había empezado con las ilusiones de unos pendejos de 18 y 20 años ahora estaba en un punto muerto que no sabíamos revivir. Aún así me sorprendió y me dolió enterarme que me estaba gorreando. Supe unos minutos antes de ir a trabajar al turno noche así que no fue difícil fumarme casi tres cajetillas y pensar en tantas hueas como fuera posible. Al otro día, después de dormir en la mañana y no tener hambre para almorzar, fui a verla a su casa. Salude a sus papás y pase a verla a la pieza. Pasaba el día en la casa porque estaba cesante. Entonces pregunté. Insistí. Le pedí que dijera la verdad. Lo reconoció. Ahí dolió, quizá a ambos. Ella lloraba, yo solo me afirme la cabeza mirando al suelo. Ella me abrazaba y lloraba. Decía que me amaba y que la otra persona no era nada. Yo la veía y la escuchaba como si estuviera en un túnel y me alejara de ella, sin dejar de mirarla. Le dije que no dijera nada más y baje a despedirme de sus papás. Ellos estaban tan impactados como yo.

Cuando me fue a dejar a la puerta me dijo casi sin voz 'perdoname' y lo único que atine a decir fue algo así como 'deja que el tiempo me enseñe a hacerlo'. Cuando salí de allí, subí a la micro y me senté mirando por la ventana como me alejaba de su casa, ahí lloré. Aún la amaba.

Buenos amigos me dieron buenos consejos y se rajaron con buenas cervezas. Yo escuche cada uno de ellos y me daba cuenta que no podía dejar de pensar en ella. Me escribía a mi FB, me decía que me extrañaba y que tomaba sus copetes para sobrellevar todo. Pasó casi un mes y decidí que nos viéramos. Nos juntamos en una plaza, aun me volvía loco, siempre ha tenido estilo para vestirse y siempre ha fumado de una forma elegante y coqueta. Tomamos un café y dejamos las cosas en claro. A mi me dolía lo nuestro. Quería perdonarla pero el tiempo no dependía de mi. Estábamos a mitad de año.

En seis meses hablaríamos del asunto. Mientras, cero mala onda, podríamos vernos de vez en cuando, tomarnos algo y tirar, cada uno en su metro cuadrado sin meterse en nada de la vida del otro. Así el tiempo pasó, yo salía solo por las mías y a veces nos juntabamos a tirar. Entonces, llegó la fecha. Fui a su trabajo, en la hora de almuerzo le regalé una tarjeta de saludos y unas flores mientras le decía que quería que volviéramos, que la amaba. Aún recuerdo el calor de sus brazos envolviendome, ella encogida con su cabeza apoyada en mi pecho soltaba lágrimas. Yo la abrazaba y no quería soltarla porque ya casi terminaba su hora de almuerzo.
Una semana después fui a la oficina administrativa de mi trabajo. Tenía que firmar un documento. Y allí la conocí, guapa, divertida y con muchísima confianza en sí misma. Conectamos bien porque entre otras cosas teníamos gustos parecidos en ciertas cosas. Esa noche en que estaba de turno me llegó una solicitud suya de amistad. Luego de aceptarla pasaron unos minutos y me escribía. Chateamos sus buenas horas. Quedamos de vernos en unos días. Salimos a caminar por la costa y luego nos besamos. Me gustaba. Y el hecho de ser la víctima de un gorreo me hacía creer en que podía hacer lo que quisiera. Quería a la chica nueva. La otra ya me había traicionado, esta no. Por supuesto no tenia las bolas para decirle a la primera que ya no quería nada con ella. Así que creyéndome mino e inteligente decidí jugar a dos bandas. Aunque termine yéndome más por la segunda. Al final la primera se enteró y nos vimos por última vez cuando me decía que ya no quería nada de mi, que fui maricon y me tiraba una bolsa con un peluche y un libro que le regalé. Le dije que se quedara con la bolsa y las cosas que eran un regalo y que hiciera lo que quisiera con ellas. Desde ahí no nos vimos hasta mucho tiempo después. Por supuesto, la segunda chica, unas dos o tres semanas después de eso me mando a la chucha y quede solo. Desde ahí a recuperarse, trabajar, emborracharse y jugar al conquistador.

Y así, a ese ritmo, pasaron los años. Nos volvimos a encontrar en ese cóctel, conversamos y nos reímos recordando lo bueno y lo malo de cuando estábamos juntos. En algún momento nos besamos, intenté que pasara algo más pero al final ella no quiso. Dormimos abrazados y despertamos juntos. Cada uno a su casa, cada uno a los brazos de sus respectivas parejas que en ese momento eran las novedades de nuestras vidas. Y pasaron 10 años, y seguimos con nuestras vidas, yo tuve un hijo que crece cada día. Soy feliz con mi actual pareja, pero su recuerdo no se fue, ha estado ahí latente, sobre todo en los trabajos que he tenido turnos de noche. En más de un momento pensé 'y si esta vida que tengo hubiese sido con ella?'.

Entonces, hace unas semanas volvió a aparecerse en un sueño. Decidi buscarla. Yo tenía unas referencias de donde es que trabaja. Pasé por ahí pensando en verla, y allí estaba. Preciosa, casi como un símbolo nos separaba una reja. Dije su nombre y se emocionó un montón cuando me vio, sonrió. Nos fumamos un cigarro y conversamos unos quince minutos. Anote su número en una mascarilla y al otro día comenzamos a chatear. Nos hemos dicho de todo y entendido que ahora, ahora que estamos más viejos podríamos hacer las cosas de otra forma. Nos volvimos a juntar, a escondidas, nos dimos cuenta que aún tenemos esa conexión, que nos gusta lo que vemos y que soñamos una vida juntos. Me dijo que no tiene hijos porque no le interesa la maternidad porque sus hijos quería que fueran conmigo. Por supuesto, ella tambien tiene su vida hecha, estamos con las mismas personas que estábamos conociendo cuando nos encontramos diez años atrás.


Se que ella no es feliz con él, lo sé porque me lo dijo. Yo soy feliz, mi pareja es genial, pero el problema soy yo.
Ahora chateamos todos los días, conversamos de mucho y entendemos lo casi chistoso que es todo esto porque aunque terminamos por una traicion es eso mismo lo que ahora nos está uniendo. Eso, opinen, juzguen o digan lo que quieran. Los leo.



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