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La batalla y la sala cuna

En febrero de este año, hice una confesión respecto al enviar a la sala cuna a mi bebé, ya que mi esposo se negaba, quería que siguiera pidiendo licencias (que ya no me pagaban), sin plata, con deudas (que el tampoco me ayudaría a cubrir) me amenazó con que el no me ayudaría con nada que pidieran, que yo tendría que asumir todos los gastos y traslados etc etc...

Bueno contarles que gane esa batalla, fueron peleas tras peleas, caras largas, silencios incómodos, pero contra viento y marea inscribí a mi hija a la sala cuna, porque mi esposo no era capaz de cuidarla el mismo ( me había dicho que el la cuidaría... Jajaja lo intento medio día y después se dio una siesta de 4 horas porque estaba 'cansado'. Así que no le quedó otra que darme la razón.

No fue fácil para ninguno de los tres. Mi hija se aferraba a nuestra ropa para que no la dejaramos con la tía, la primera semana lloraba casi todo el día ( el jardín que elegí tiene cámaras, por lo que era una tortura verla mientras trabajaba). Fueron semanas muy largas y tormentosas. Hasta que al mes... Por fin se adaptó, feliz nos hacía chao con sus manitos.

Aprendió a gatear y se para sola, ya dice su nombre, está por caminar sola, le encanta su jardín, se despide feliz, las tías la tratan con amor y veo como la abrazan y ella también las abraza.

Tiene amiguitas, está formando una personalidad increíble, la hemos visto integrarse, al llegar la tía le dice a los niños que llegó 'nombre de mi hija' y todos se acercan y le tocan el hombro o manos. Ha realizado actividades (obviamente casi todo lo hace la tía) pero nos llegan sus 'pinturas ' a la casa, sabe tomar los lápices y pide los que ella quiere con su dedito. Indica partes del cuerpo, hace títeres cada vez que le ponemos guantes y se ríe a carcajadas e intenta decir números.

No doy más de felicidad y ver que tomé la decisión correcta. Y mejor aún he visto a mi esposo reconocer que se equivocó y que está feliz que nuestra hija vaya a la sala cuna.

Cada día que la vamos a buscar al llegar a casa nos tomamos todo el tiempo de jugar con ella, tiradaos en el suelo, con sus juguetes, libros, canciones, bailes y su cena.
Luego la preparamos para dormir ambos y generalmente se duerme en nuestros brazos.

Vemos que nuestra pequeña es muy feliz, se ha enfermado, pero ha sido muy poco, máximo a faltado 5 días desde que ingresó.

A todas las mamás que están en la duda o lucha, verán que no es malo, hay que elegir bien el lugar y eso no es egoísmo, nosotras también tenemos derecho a retomar la vida laboral que teníamos.

No nos sobra la plata y es un sacrificio grande pagar el jardín (ya que mi empresa no cubre todo) pero valió cada pelea.



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