Sobreviviendo al dolor
Ha pasado una semana desde que talé el árbol familiar y nos fuimos sin decirle a nadie. Si se acuerdan, soy la que escribió una confesión en dónde estaba buscando datos de arriendo porque estaba viviendo violencia psicológica e iba a entregar a mi bebé en adopción.
Bueno, después de la amenaza de echarnos de la casa fui a denunciar y me dieron medidas cautelares. Está persona no podía acercarse, pero mi mamá y mi hermana siguieron con un sigiloso acoso, estaban pendientes si salía mi hijo o yo, fueron al trabajo de mi pololo pero nunca lo encontraron (menos mal), incluso mi mamá fue al hospital cuando estaba en recuperación, habló con la asistente social y le dieron permiso para ir a neo sin mi autorización. También fue a hostigar a mi hijo mientras estaba hospitalizada. A la fundación, a mi bebé y a mí nos pasaron por cierta parte, interpusieron una denuncia por vulneración de derechos, mi mamá se hizo parte también, cuando nunca los hubo puesto que ya había una institución que estaba velando por mi bebé y por mí. Afortunadamente, esa denuncia fue rechazada y siguió adelante la de cesión y ahora mi bebé está con una familia que la ama mucho.
Siempre he sido responsable de mi salud. Tuve una complicación en el 2020 y el médico me mandó a hacer muchos exámenes, cuyos resultados indicaban que era imposible que fuese mamá otra vez. Me dijo que volviera cuando me sintiera mal, nunca me hizo seguimiento o controles periódicos. Supe bien tarde mi embarazo, y todo por una molestia estomacal. El médico decía que era un milagro mientras estaba en shock mirando las imágenes de la ecografía y nunca me dió una explicación coherente.
Con mi pololo sufrimos y lloramos, seguimos juntos pese a esta experiencia y me ayudó bastante en la búsqueda de arriendo. Ahora que nos cambiamos nos vemos más seguido, tengo un lugar en donde recibirlo sin que me vigilen o que me pongan mala cara.
Debo reconocer que estos seis meses cambiaron mi vida radicalmente.
Lo laboral, dirán ustedes, la empresa en que trabajaba me demandó por desafuero y llegamos a un acuerdo porque no quisieron esperar a que mi post natal acabara. Sí, para las empresas ser mujer es un cacho. Muy buena empresa será pero si quedas embarazada ya no sirves.
Ahora que estoy en un lugar seguro, sin que me acosen, sin que me hagan sentir mal y lejos de abusos y violencia estamos sanando de a poco. Ahora que tocamos fondo solo nos queda ir hacia arriba, hacia adelante, con la frente en alto, más sanos y más fuertes. He sacado muchas lecciones de lo sucedido, pero la principal es que el peor enemigo de una mujer es, precisamente, otra mujer.
Gracias por los datos y por el cariño que me dieron en la confesión anterior. Son los mejores.
