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De Inspectoría a la sala de clases

Confieso que hasta el año pasado era inspector general de un reconocido colegio de Santiago. Siempre fui muy estricto, tanto con los estudiantes como con mis colegas. Pero el año pasado llegó un nuevo director con el que la relación, si bien era cordial, no éramos amigos. La cosa es que ya estaba medio aburrido del cargo, así que un día me dio la wea y le dije al director. 'Ningún problema, señor. Usted vuelve al aula el próximo año'. Al principio fue rara la sensación después de tantos años en Inspectoría. Un día me llama el director y estaba junto a él un colega muy querido por estudiantes y profesores, con quien yo no me llevaba muy bien. Se me informó que él iba a ser el nuevo inspector general del liceo y quería que lo fuera orientando desde ya (faltaban pocos meses para fin de año).

Me dio lata porque este colega se notaba que solo quería un cargo. Bueno, llegó marzo. Mis colegas estaban sorprendidos de verme en el aula, pero estaban muy contentos con el nuevo inspector. Yo estaba medio arrepentido de la decisión, además que siento que me manduquea.



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