Hay jefes buenos.
A mí viejita el año pasado le dió un ACV. Me cambió todo. Ya no tenía quien cuidara a mi hijo después del jardín, tenía que cuidar de mi papá y mi abuelita, ir a verla a la clínica. Mi jefe no lo dudó, que me tomara el tiempo que fuera necesario. Fueron 6 meses en que trabajé mitad desde la casa y mitad desde la oficina. me iba 2 horas antes para poder estar con mi hijo. Salía para acompañar a mi mamá al médico, a sus terapias de rehabilitación. Jamás me dijo nada, mi pega estuvo siempre hecha. El se comportó siempre como el jefe que tiene personas a su cargo con adversidades y no robots insensibles.
Me vió llorando, me aconsejó, no solo una vez.
Cuando todo se calmó fui ascendida, me lo merecía, me saqué la cresta. A él también lo ascendieron, se lo merece.