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La verdad nos hace libres!

Hace varios años mi hermana se casó con un extranjero (Raúl le vamos a poner) y se lo trajo a vivir a Chile. Yo tengo una empresa que trabaja con el puerto y me va bastante bien; por lo que cuando mi hermana me pidió si podía darle pega a su marido, acepté sin ningún problema.

En un principio, excelente: escoba nueva siempre barre bien, dicen por ahí. Pero después empezamos a cachar que se hacía el loco, no llegaba a los turnos, se dedicaba a sacar la vuelta y que no estaba muy interesado en trabajar.

¿Qué hice? Preferí evitarme atados con mi hermana y le dije a un amigo en la situación en la que me encontraba. Y él, amablemente, me dijo que me salvaba y se lo llevaba a trabajar a su empresa, que ahí iba a aprender a no sacar la vuelta. Yo... feliz, tenía el problema solucionado: mi hermana no se enoja, él tiene pega.

La verdad es que ellos trabajaron juntos durante años, les fue súper bien... ambos elevaron su nivel socioeconómico, Raúl aprendió todos los gajes del oficio, hasta lo dejaron de gerente. Más que compañeros de pega ellos se convirtieron en partner, socios, perros.

Hace un mes me llama mi amigo: el esposo de mi hermana le dijo que renunciaba porque se iba a ir al Sur, se había cansado de la ciudad y quería una vida más tranquila. Mi amigo lo felicitó, hicieron los trámites correspondientes y, pese a que renunció, Raúl salió con el manso finiquito.

En el puerto todo se sabe, todos se conocen y me acabo de enterar de que en vez de irse al Sur, montó su propia empresa de exactamente lo mismo que hacía con mi amigo y que ahora le está intentando quitar sus clientes.

¿Cómo puedes morder la mano que te dio de comer? Si quería independizarse no hay problema, pero.. ¿para qué mentir?. Penca es lo mínimo que puedo decir.



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