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Decepción, tristeza y miseria.

Esta es la historia de cómo, poco a poco, fui arruinando mi vida.

Nunca fui especial, ni tuve talento, ni me destaqué en nada. Era una alumna promedio, del montón, de la que no se tenían demasiadas expectativas. Así todo quedé en la universidad y en una carrera que me agradaba, pero que no era mi primera opción.

No recibí ninguna beca ni crédito para solventar los estudios, por lo que trabajar y estudiar se volvió mi única posibilidad; el problema era que los costos de mi cada de estudios sobrepasaban a mi sueldo y a los pocos meses tuve que buscar un segundo empleo para poder solventar los gastos.

Al terminar mi tercer semestre, comencé a manifestar problemas de salud. Los ignoré por completo hasta que levantarme se me hizo complicado, perdía facilmente la concentración y ciertos dolores me causaban problemas para dormir. Pasaba dos o tres días durmiendo la nada misma y tenía que cumplir en los estudios y ambos trabajos. El colapso no se hizo esperar y terminé el año fuera de la universidad, sin trabajo y con todas mis esperanzas aniquiladas.

Pasó el tiempo. Tuve empleos inestables y malos, con pocos ingresos. Me conformaba pensando en que realmente yo no estaba para más. Hasta el día de hoy pienso que existimos personas que no somos más que un desecho, una lacra para que los otros integrantes que conforman nuestra sociedad puedan sentirse mejor al compararse con nosotros.

Luego de un periodo sin trabajo, tuve la terrible idea de postular nuevamente a los beneficios estudiantiles que otorga el Estado. Esta vez, me aprobaron el espeluznante CAE y quedé a la espera de una beca de arancel (que finalmente me fué otorgada). Me decidí a estudiar una carrera técnica, pensando en que todo fuera fácil y bonito en menos tiempo del que te toma una carrera profesional. Me propuse que después de conseguir estabilidad laboral y un sueldo un poco mejor, volvería a estudiar para obtener un titulo profesional.

Los casi tres años que toma la carrera técnica fueron lo mismo para mi: nunca me destaqué en nada, por más que estudiaba igual obtenía notas dentro del rango promedio, a veces ni dormía por terminar los trabajos y obtenía notas similares a aquellos que terminaban apurados antes de que el docente comenzara las evaluaciones. Terminé los estudios, con un miserable promedio, que si bien es sobre 6.0 igual estaba lejos de la perfección. No quedé conforme y sentí que aunque pusiera todo mi esfuerzo, simplemente el intelecto no me acompaña y que debía comenzar a acostumbrarme a que mis resultados siempre serán deficientes.

Llegó el momento de buscar práctica profesional y mis compañeros, al ser más jóvenes y más inteligentes de inmediato comenzaron a ser aceptados en las empresas. En cambio yo, no recibí respuesta de ninguna postulación y cuándo faltaban días para la fecha límite de la inscripción me tuve que aferrar a la idea de cobrar un 'favor' para poder ser aceptada. A pesar de que no encajaba totalmente, encontré la forma de inmiscuirme en tareas relacionadas a mi área de estudio para así terminar mi informe de práctica con una nota relativamente decente.

Finalmente me titulé, pero quedé con la sensación de que esto no me iba a servir de nada. Y no estaba equivocada: llevo desde julio en búsqueda de trabajo, postulando a cada oferta que aparece en relación a lo que estudié (y ahora, aumentando mis posibilidades postulando a cualquier empleo que vea) y sólo me han llamado a una entrevista, en la cual obtuve la clásica respuesta frustrante 'ok, te llamaremos'. Nada más.

Me siento terrible, mis compañeros la mayoría ya están trabajando y pueden desarrollarse bien. Por el contrario, yo he perdido toda voluntad y cada día lo veo más triste, más gris y con el pleno convencimiento de que simplemente soy un desperdicio que no merece nada.

Y lo peor es que todo es mi culpa. Fui construyendo mi propio camino al abismo apocalíptico y ahora, con la deuda de un crédito usurero que sólo viene a recordarme lo poco capaz que he sido y lo poco que vale mi miserable vida; sin inteligencia, sin talento, sin belleza, sin futuro y con un montón de sueños que deberán ser descartados.

Un consejo: si tuvieron la desgracia de nacer cómo yo, nunca intenten igualarse a los seres humanos normales. Es imposible pelear contra los que tienen todo a favor.



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