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Aguantar y soportar

Muchas veces leo a tantas personas muy jóvenes que se quejan por miles de cosas que son nimiedades al lado de lo que me ha pasado a mí en los trabajos. Estudié administración de empresas, un técnico como cualquiera. Partí trabajando en el sector agrícola a los 23 años, después una ONG y finalmente una empresa comercial. En todos lados me trataron como las weas: JAMAS me han pagado horas extraordinarias, JAMAS me han dado aguinaldos ni bonos, JAMAS he tomado licencias médicas (salvo una vez por un accidente gravísimo) y JAMAS me han dado almuerzo. Todo lo he hecho siempre solo.

El primer trabajo era todo un desafío porque yo no sabía cómo se trabaja en el campo, pero iba a ser la mano derecha del dueño. Aprendí el trabajo en el campo a chuchada limpia, yo era administrador, secretario, jefe de campo, cuidador, contador, jefe de personal, agrónomo, cortador de árboles, cocinero, veterinario, tío postizo, hijo putativo del dueño, maricón chupapico pa otros... todo en uno! tenía que cuidar poco menos que hasta el aire! Los campesinos son otros que bien bailan, me miraban con desconfianza, buenos para robar y engañar. Ganaba una miseria para todo el trabajo que hacía, pero el viejo era bueno, yo le tenía cariño y fui más leal que un perro. El viejo me trataba como a sus hijos: a garabato limpio y también con aprecio, porque le ayudé hasta a su familia. Aprendí harto, pero tuve una escuela de soberbia y displicencia. Pasaron varios años y un día me fui del fundo, lloraba por el camino, pero decidí irme ya que no había futuro para mí en ese lugar.

En el trabajo de la ONG tuve una gran oportunidad, a pesar que ganaba poco para todo el trabajo que hacía. El nombre de mi cargo era muy top, pero el sueldo era como las pelotas. Era jefe de administración y finanzas de una región y el dinero en la ONG era escaso, pero gracias a esta experiencia aprendí a trabajar en equipo y con profesionales, eran todos abogados, asistentes sociales, psicólogos y otras profesiones. Estos profesionales, las situaciones o casos en los que debíamos trabajar y las personas que debíamos atender, me enseñaron que el mundo era más grande de lo que yo pensaba. Nunca me gané un peso más de lo que tuve por sueldo y, aunque la carga laboral era grande, lo único que me dieron fueron felicitaciones. Se terminó el trabajo y adiós, ni finiquito ni nada. Reclamé, puse demanda y lo único que me gané fue una llamada del Director Nacional de la ONG, donde me tapó a garabatos.

En mi gran Santiago me dieron otro trabajo, jefe de personal en una empresa que vende 'sostenes y calzones'. El dueño y gerente general junto a su esposa eran los que manejaban todo, el viejo infeliz era más malo que pegarle a la mamá, me despidió a los 6 meses.

Finalmente, me contrataron en una empresa financiera como Jefe de personal. Tenía linda oficina, con una vista muy hermosa y hartos maricones sonrientes de compañeros en Administración y Gerencia. Los gerentes eran del Opus Dei, los jefes eran católicos de esos sapos y veleidosos. Me costó más de 6 meses trabajando a full para llegar a organizar mi departamento y tener la información al día, llegaba a las 08 de la mañana y me iba a casa a las 10 o 12 de la noche. Yo trabajaba callado, sonriente y sólo con mis 4 asistentes a quienes trataba con respeto. Logré sacar adelante todos los asuntos y trabajar en un lugar muy ordenado, con mis labores al día y lo único que me regalaron en ese lugar fue un tarro de café al mes (no le daban café a nadie). No quise enseñarle mis labores a nadie, hice todo mi trabajo lealmente pero en un pendrive que iba y venía conmigo, cumplía horarios y mucho más para pagar sueldos e imposiciones en la fecha correspondiente.

Después de 6 años cambiaron al Gerente de mi área y el nuevo gerente me hostigó por más de 4 meses para despedirme sin derecho a indemnizaciones (yo supe los planes que él tenía porque leí sus los correos que él enviaba al gerente general y al abogado de la empresa). Me puso una 'asesora' a trabajar al lado mío, pero lo único que consiguió fue tener a esa pobre muchacha sin nada qué hacer ahí en mi oficina el día entero. Hablé con el gerente general sobre lo que me estaba pasando, pero como estaba de acuerdo con el gerente de mi área, no me apoyó y finalmente, un día de furia de mi jefe, me despidió. Los demandé y les saqué hasta el alma en indemnizaciones.
Como dije al inicio, nunca me han pagado horas extraordinarias ni bonos, tampoco aguinaldos. El único que me daba algo en Navidad era mi primer jefe, el patrón del fundo: me daba un pan de pascua que yo recibía con demasiado cariño y lo compartía con mi familia. Siempre que alguien me regala un pan de pascua en Navidad, yo me emociono mucho y lo recibo con enorme cariño.

Han pasado los años y para las empresas ya soy viejo, tengo más de 45 y eso pasa la cuenta. Me han llamado a entrevistas de trabajo, desean que uno les colabore, pero no pagan la experiencia, no ofrecen algo atractivo y a veces quieren que uno vaya a trabajar a lugares inhóspitos y lejos de la ciudad donde uno reside. Quieren que uno sea un súperman que les solucione los cagazos que ellos tienen, pero no valoran lo que eso implica. Me hablan de cumplir horarios y fechas de sueldos e imposiciiones, contratos, finiquitos y otras cosas, pero se olvidan de respetarme. Yo no necesito un jefe, ni horarios, ni que me digan lo que se debe hacer, todo eso ya lo sé. En mi última entrevista (donde se suponía que ya había quedado) el gerente general me estaba obligando a que yo debía tener automóvil para ir a trabajar en Quilicura! en medio de unos potreros tenían la oficina!!! Lo consideré una falta de respeto enorme, si él quiere que yo vaya a trabajar allá, que me entregue un automóvil de la empresa y que ellos paguen TAGs y cuanta huevada implica un automóvil. Yo no, ya no señores! y que se metan su 'oportunidad de trabajo, importante empresa' en el culo.

Eso pasa, hay que aguantar tanto y por muchos años! seguiremos trabajando por obligación, no por devoción.



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