La mejor trinchera
Estuve casada con un militar, con los grados arriba, de la escuela que se paga, vivíamos en un departamento fiscal en el sector oriente, siempre al 3 y al 4, su sueldo no era para lujos, pero todo era apariencias, que el auto, que la ropa, que viajes, teníamos hasta nana. Lo que es a mi, no me importaba cuánto teníamos, yo vengo de bien al sur y allá la cosa es más tranquila, pero pensé que aquí en 'la capital' funcionaba asi la cosa.
Despreciaba a los de bajo rango y en sus fiestas apestosas todo era clasismo, jamás sentados con el 'perraje' por protocolo de la institución.
Incluso al engrupirse 'chanas' como les decía a sus amigos, era despreciativo.
Un dato es que venía de una familia normal, sin plata, ni apellidos e igual de altaneros que el.
Tuvimos un hijo y yo volví a trabajar porque la economía no daba para más, soy Ing. Civil y llegue a un buen puesto, comencé mi vida laboral, a rodearme de gente y abrí los ojos.
Aguante golpes, gritos, desprecios. Infidelidades, miedo. Pero entre a la realidad.
Ahora vivo tranquila con y para mi guagua, solos los dos, me di cuenta que acá afuera sus grados no valen nada. Que yo no estaba mal al pedirle que fuera más respetuoso con las personas. Que las cosas materiales son para estar cómodo con uno y no para complacer al resto. Que nadie tiene por qué humillarme por estar gorda, menos pegarme porque se levanto con la pata izquierda. Que hay más peces en el mar. Y sobretodo que fui muy pero muy weona.