Reestablecer contraseña

La dirección de correo electrónico está asociada a tu cuenta.

¿Por qué registarse?

Full Confession Control

Actualizar / eliminar o editar tus confesiones.

Notificaciones

Suscríbase para recibir notificaciones por email con las respuestas a tus confesiones.

Publicidad

¿Quieres publicitarte con nosotros? Comienza creando una cuenta.

¿Tienes alguna confesión laboral?

El nombre es opcional o puedes poner un seudónimo si lo deseas.

Mañana será otro día

No soy muy dado a hacer este tipo de confesiones, pero ya que tuvo cierta gracia, voy a compartirlo con los amigos de CL.

En fin, son las 10:00 de la mañana, y entro en el aula. Soy de los primeros en llegar, y me siento en la penúltima fila. Es la primera clase del curso a la que voy (me quedan 3 asignaturas), y a gran parte de los compañeros sólo les conozco de vista. Total, que mientras estoy abriendo la mochila y sacando la carpeta, viene entrando más gente. Un grupillo de unos cinco chavales y chavalas se acerca a donde estoy sentado, mientras cuchichean algo, a decir verdad, con bastante hostilidad hacia mí. Parece que les he quitado el sitio, aunque esto sea algo que a mí me traiga sin cuidado; de momento sigue siendo un país libre.

De modo que se sientan a mi derecha, dado que sólo había cinco sillas hasta el final de la mesa, no guardan un espacio de separación conmigo (en el norte para estas cosas somos así, si no nos conocemos, solemos rehuír sentarnos al lado de alguien sin un 'espacio de seguridad') Quien se sienta a mi lado es una chica castaña bastante cañón a quien había clichado alguna otra vez, aunque era ahora cuando acababa de reparar en el tamaño de sus generosos senos.

Con la clase empezada, tengo bastantes dificultades para concentrarme en el temario, mientras mi mente fantasea patéticamente con conocer, entablar relación y finalmente mantener relaciones sexuales con mi compañera. Pero no fue hasta que ella, moviendo la silla para ajustarla mejor a la mesa hizo un movimiento brusco que provoco que sus grandes pechos dieran un par de botes, cuando ocurrió.

Fue algo instantáneo; bajo mis apretados calzoncillos sentía mi pene crecer sostenidamente hasta endurecerse como el diamante. Una discreta mirada confirmó mis sospechas: las sacudidas se notaban bastante por debajo de los vaqueros, que dibujaban una silueta palpitante que me provocó cierta incomodidad. Lo tapé con la camiseta como pude, y, tratando de evitar que ella se diera cuenta, me acerqué más hacia la mesa, y mi pene tocó la parte de abajo del pupitre, lo cual me produjo bastante placer. Incapaz de controlarme, mi mirada se desvió unas tres veces hacia el escote de la chica; creo que a la tercera me pilló, y un extraño movimiento que hice con los muslos me delató. Ella supo que me había empalmado como un madril, y su resoplido de hastío pareció confirmarlo.

La clase terminó sin más incidencias. Ella y su grupo recogieron las cosas y se marcharon, mientras yo me hacía el remolón para no tener que cruzarme con ella por la puerta. Mañana será otro día.



No te reprimas. Completamente anónimo.

Suscríbete a nuestra lista de correo.

Ingresa tu email y te mandaremos las últimas confesiones
Nosotros valoramos tu privacidad, nunca compartiremos tu correo con nadie.