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Cuando entré al mundo laboral, empecé tal vez como muchos: en el rubro de la comida rápida. Entré de cajera a una conocida franquicia de sándwich, específicamente churrascos. El local estaba ubicado en un Mall de la Quinta región, en Viña específicamente y le iba muy bien.

Destaco que es una cadena que esta presente en todo Chile y es muy popular. Resulta que en una ocasión toca feriado irrenunciable un día de semana, un viernes si mal no recuerdo, así que el día jueves no debía quedar ni un alimento que pudiera estar vencido cuando retomáramos las funciones el día sábado.

Volvimos el sábado y un compañero se percato que habían quedado como 20 kilos de lomo a temperatura ambiente. El olor era asqueroso, la carne estaba casi verde y tenia hongos en su superficie. En ese tiempo había un jefe nuevo y él había sido el responsable de tal desgracia porque era su turno el que cerró el jueves. Era mucha merma, no se podía perder o si no la dueña iba a pasar la guillotina entre los responsables.

Un jefe antiguo para salvarle el pellejo a su colega, se le ocurrió la genial idea de tomar el lomo podrido, sacarle las partes malas, cortarlo y dejarlo en agua con sal. Luego lo cocinaron, lo laminaron y lo vendieron.

Ese día el jefe que hizo eso nos dejó escoger otra colación y no esa mierda que nos debió haber tocado, o si no nos íbamos de tarro. Después renuncie porque se pusieron más wnes y empezaron a vender la lechuga que estaba café y en mal estado para no tener tanta perdida y recibía muchos reclamos así que colapsé.



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