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Asegurandose los bonos

Hace años atrás trabajaba de cajero en un banco donde había que venderle seguros a los clientes que pasaban por la caja, así que aparte de tener que realizar las labores propias de la caja los cajeros/as teníamos que hacer la pega de vendedores de seguros.

El seguro más barato era el de protección contra fraude en la chequera electrónica donde al cliente le cobraban 990 pesos mensuales y al cumplir las metas de venta mensual nos daban buenos bonos en lucas y a los que no cumplían los callampeaban de lo lindo.

Todos los días los jefes de sucursal hinchaban las pelotas para que vendiéramos seguros, así que a veces con la sucursal llena de gente nos demorábamos mas de la cuenta en la caja por andar ofreciendo los seguros, porque esa presión hacía que nos despreocupáramos de nuestra labor de cajeros para tratar de cumplir con las metas de venta de los famosos seguros.

Esta presión por vender seguros y también los bonos en lucas que recibíamos por cumplir las metas hicieron que algunos nos pasáramos al lado oscuro y le metíamos los seguros a la mala a los clientes haciéndolos firmar la póliza sin que se dieran cuenta.

Aparte de hacer caja y vender seguros también teníamos que entregar las tarjetas de debito que los clientes solicitaban por teléfono y que llegaban ya impresas a la sucursal desde un área centralizada, es decir en ese tiempo las tarjetas no se emitían en la sucursal sino que llegaban desde otro departamento dentro de un sobre con los papeles de entrega y contratos ya impresos listos para que el cliente firmara, así que nosotros entregábamos las tarjetas y el cliente tenía que firmar en varias partes el contrato y el comprobante de entrega de la tarjeta.

El truco para hacer que los clientes firmaran los seguros sin que se dieran cuenta era que entre medio de las hojas del contrato y el comprobante de entrega de las tarjetas metíamos las hojas de la póliza de seguro corcheteadas y le marcábamos al cliente todos los lugares donde tenían que firmar que eran como en 5 hojas diferentes, así que como la gente no leía lo que firmaba no se daba cuenta que además de firmar por la tarjeta que estaba recibiendo también estaba firmando un seguro.

Unos pocos clientes se daban cuenta y no firmaban las hojas de la póliza de seguro pero la mayoría firmaba sin leer.

Con esa mala práctica ganábamos harta plata con los bonos por vender seguros y cuando un cliente se daba cuenta que le estaban descontando 990 pesos todos los meses por el seguro iban a la sucursal a reclamar, pero como era un monto bajo y era fácil renunciar al seguro nunca hubo un problema mayor y nunca nos pillaron, aunque en otras sucursales si despidieron a varios cajeros que hacían fraudes más grandes con otro tipo de seguros más caros de 10 lucas hacia arriba y a todos esos funcionarios/as les hicieron seguimiento hasta que los pillaron y los despidieron sin pagarles nada, pero los seguros chicos de 990 pasaron piola.

Después el banco mejoró el proceso para contratar los seguros por medio de la huella digital electrónica de los clientes y las tarjetas se empezaron a emitir en las mismas sucursales en el mismo momento que el cliente la pedía, así que eso nos mató el negocio porque no pudimos seguir con el truco de hacerlos firmar hojas que ya estaban previamente impresas.

A veces por la codicia de ganar lucas no importaba que los clientes fueran abuelitos y los cagábamos igual no más, pero como era un monto bajo de 990 pesos no le dábamos mucha importancia.

Ahora no lo volvería a hacer ni cagando, de hecho nunca se lo he contado a nadie y ahora lo CONFIESO en forma anónima como una ‘anécdota’ de mi pasado, pero si dijera que me arrepiento y que lloro porque tengo cargo de conciencia estaría mintiendo porque no me arrepiento a pesar de saber que estuve mal y si me putean da lo mismo porque ya pasó la vieja, es parte de mi pasado y es de esos errores que no volveré a repetir.



No te reprimas. Completamente anónimo.

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