Trabaje hace años en un hogar de ancianos bien cuico, de garzona, debo decir que fue una de las pegas más reconfortantes.
Ahí siempre hubo rumores de mi condición sexual, aparte de rumores, sobrenombres, burlas, llegaron a abrirme mi casillero y revisar mis cosas.
Se juntaron en grupo a leer una carta que tenia en mi billetera, una compañera que se dio cuenta del mal que hacían me lo contó arrepentida. Me robaron mi celular y se mandaban mis fotos por wsp obviamente no podía seguir así, me fui...
Con rabia y pena porque me gustaba ese trabajo, a pesar de todo.
A mi siempre me han gustado los abuelitos, escucharlos, compartir, ese era mi lugar perfecto, los abuelos esperaban la hora del servicio solo para contarnos las mismas historias todos los días, se sabían nuestros nombres, fuera de la hora de servicio iban solo a mirarnos por el vidrio, saludarnos.
Para navidad y año nuevo llegaban con galletas y regalos, realmente creo que nos extrañaban, nos sentían como familia, me encariñe mucho, aún me se el nombre de casi todos, lo que comían, sus mañas, que la leche no tan tibia, café primero o el yogurt sabor mora.
Ahora que supe que falleció una de las abuelas, tengo pena de no haberla hecho feliz hasta que ya no bajara al comedor, cargo de consciencia por no haber aguantado más.
Tengo rabia porque no saben el mal que causaron mis compañeras y mi jefa, no tanto por la pega en sí, si no por que me quitaron algo que yo amaba hacer, lo hacía con gusto paciencia, feliz, no sé si estoy en lo correcto o solo estoy tratando de desligarme de la culpa de irme.