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Si alguien no hubiera muerto, no estaría escribiendo esto hoy. Si, quizás suene duro, y es que es duro, pero es verdad.

Nací con Fibrosis Quística, y la mayor parte de mi vida la viví sin problemas, tener FQ nunca fue una limitación para mi. Me tenía que cuidar más de lo normal, ir harto al doctor y tomar muchos remedios, pero eso no impedía que llevara una vida normal. Sabía que podía ponerme mal con el tiempo, pero siempre me vi optimista y me cuidaba para que eso no pasara.

Me vine a estudiar a Santiago. Obviamente el cambio fue grande, ciudad nueva, universidad, vivir sola, etc., y fue ahí cuando empecé a ponerme mal.

Entre el estrés de la universidad, y con este cambio radical de vida, me empecé a enfermar más y a necesitar hospitalizaciones. Me cansaba muy fácil y rápido, los ataques de tos eran constantes, bajé de peso notablemente, cada vez tenía que tomar más y más remedios, hasta que llegó un punto donde pasaba más tiempo en la clínica que fuera de ella. Pero mejoré y seguí estudiando, ahí fue cuando me hablaron de la posibilidad de un trasplante.

Fue duro escuchar esa palabra y pensar que podría pasar en un futuro no tan lejano, pero había que estar preparados, así que hice todos los trámites y exámenes para entrar en lista de espera. Así seguí con mi vida, cuidándome mucho, pero también disfrutando de todo lo que podía.

Tres años más tarde mi condición empeoró, ya no era capaz de levantarme, me costaba comer y respirar al mismo tiempo. No podía caminar de mi cama al baño sin ahogarme, estaba con el máximo de oxígeno que una persona aguanta, y con hospitalización domiciliaria, esperando un trasplante.

Esperé 4 meses, y a duras penas. Me acuerdo de algunos días en que luchaba por no dormirme, porque creía que si me dormía no iba a despertar.

Tuvimos 2 llamados falsos, donde llegamos hasta la clínica, avisamos a familia y amigos, y cuando estaba lista para entrar a pabellón, me decían que los pulmones no servían o había algún problema de último minuto.

Pero la tercera es la vencida, y así fue. El 27 de Mayo, estaba lista para entrar a pabellón y lo único que pensaba era que por fin tenía una oportunidad de seguir aquí. Mandé un mensaje a mis amigos más cercanos diciendo que los veía en unos días, “Nos vemos” le dije a mi mamá, y en vez de despertar en unos días, como me habían dicho, desperté un mes y medio después.

Resulta que me sacaron mis dos pulmones, me pusieron dos nuevos, y al día o dos después, uno de esos dejó de funcionar. Nunca había pasado una cosa así, entonces, después de que los doctores y cirujanos hablaran entre ellos y con doctores de otros países, decidieron que la única opción era sacarme el pulmón que no funcionaba, pero mis papás tenían que darles el pase, sin tener seguridad de que fuera a funcionar, y si funcionaba, de cómo iba a ser mi calidad de vida.

Estuve con ECMO más tiempo de lo normal, se me hizo un coágulo en la pierna, tuve problemas gástricos, cuando desperté creían que no iba a poder respirar por mi misma. Pero estaba acá, estaba viva, así que saqué fuerzas de un lugar desconocido y me propuse salir a delante. Pedía que me sacaran a caminar, trataba de escribir (aun que al principio me costaba), quería comer, y después pedía sacarme la traqueo para respirar por mi misma.

Después de dos meses, por fin volví a mi casa, y ahora, 1 año y medio después estoy mejor que nunca. Ahora tomo menos remedios, no mas kinesiólogo, me levanto y quedo desocupada!! Puedo hacer deporte, volví a la Universidad, me fui un mes a estudiar a USA, ahora llevo una vida completamente normal.



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