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Historias de la vida real

-¿Aló?

- Buenas tardes. ¿En este número ubico a don Juanito Pérez?

-Sí, ¿con quién hablo?

-Mire, mi nombre es Paula Vargas, encargada de reclutación y recursos humanos de la Empresa “Palos Parados SPA”.

-Ya... continúe – le digo en tono desinteresado.

-Sí, mire... lo estoy llamando porque Ud. nos mandó un curriculum. Lo revisamos en nuestro departamento y cumple con el perfil que necesitamos. ¿Le interesaría venir a una entrevista?

-Ehhhhh... yo envié un curriculum a su empresa, pero hace ya más de 6 meses. Pensé que ya no estaba considerado.

-Sí, Juan... lo que pasa es que nuestros procesos de reclutación son bastante extensos y, en su momento, cubrimos los cupos para el cargo que postulaste que era... déjame ver... como asistente de RRHH. ¿Te interesaría trabajar con nosotros?

El tema es que yo ya llevo 5 meses trabajando en mi actual empleo, aún estoy acostumbrándome al sistema, no estoy como quisiera, pero tampoco está mal. Sólo por curiosidad me comprometo a la cita propuesta. -¿Cuándo sería la entrevista? – Respondí con esa pregunta.

-Sí, mira... es en Av. Matusalén 69, Santa Roca. Debes venir con vestimenta formal a las 08:00 hrs de mañana.

-Ok, ahí estaré. Nos vemos a las 08:00 hrs. entonces –colgué.

Como pude me conseguí el permiso para asistir al otro día. Desempolvé mi único terno que tengo para todo; para bautizos, matrimonios, ceremonias formales y, cómo no... también para entrevistas de trabajo. Llegué a las 08:00 hrs. en punto a la dirección indicada. Como era de esperar, había “chorrocientas” personas más. Teníamos que esperar el turno porque la entrevista era larga y estaban ingresando a los postulantes por orden alfabético. Y como yo soy Pérez, y de unas 200 personas que nos encontrábamos, yo tendría que estar cerca de la mitad en la lista. Así que por parte baja habría unas 100 personas antes que yo.

Cerca de las 11:30 de la mañana por fin me tocó el turno. Sin tomar desayuno y con el azúcar por el suelo. Me atiende la misma persona que me llamó: Paula. Me da la bienvenida y me comenta un poco de qué se trata el asunto. Partimos mal.

-Hola Juan... que gusto que vengas a postular con nosotros. Te cuento que es lo que necesitamos como empresa. Mira... el cupo para asistente de RRHH ya no está, pero tenemos un cupo para lavavajillas. Podrías entrar haciendo eso y, según rendimiento, ir escalando posiciones. Lo que necesitamos es una persona con buena presencia -y yo leyendo entre labios-: (que no esté tan feo); con disponibilidad de tiempo (vamos a explotarte y sacarte el jugo); con ganas de crecer (pagamos una mierda); que posea una excelente actitud (ni se te ocurra quejarte) y con tolerancia a la frustración (básicamente, el trabajo vale callampa). ¿Tú eres esa persona, Juanito?

Yo igual quedé pa dentro, poh. Y para no sentir que perdía el tiempo con ellos, le pregunto: -¿Cuánto pagan? – Bueno, el sueldo es el acorde al mercado, te estaríamos pagando $320.000.- más gratificación y bono de almuerzo; que son cerca de $25.000.- extras que colocamos como empresa. Y este podría ir subiendo según rendimiento. –Luego agregó: -Como verás, el trabajo está escaso, y tú te fijaste allá afuera. Hay 200 personas más esperando tu puesto. Tu oportunidad es ahora con nosotros.

Con eso terminó de cagarla. Es increíble como juegan y te trabajan la psicológica estos wns para que uno termine aceptando el empleo. Poco menos que te están haciendo un favor por estar dándote trabajo. Quedé tan para dentro con todo lo que me dijo que no supe qué responder. Así que prácticamente por inercia seguí con el proceso. –Bueno, te dejo con nuestra sicóloga, la que se encargará de seguir con el proceso de reclutación. Te hará algunos exámenes y al final deberás respondernos un cuestionario aptitudicional para el cargo que, recuerda, es para lavavajillas, pero harás pega de Recursos Humanos.

Llegó la psicóloga; una pendeja con cero empatía. Me entregó una hoja en blanco y me dice: “dibuje una persona bajo la lluvia”. Ahí ya se echó la burra a mear y me dije: “esto no puede ser en serio”. Así que pesqué la hoja y le dibujé un hombre... pero no bajo la lluvia, ni menos sosteniendo un paraguas, sino que le dibuje un hombre... con ASÍ UNA CALLAMPA... y agarrándosela a dos manos; con un globito, como en los comics, que decía: ¡“Métanse la pega por la raja, wns callampas”!

Esta historia en verdad me ocurrió. Y no me dio pena finalmente porque, en distintas situaciones, el contexto ha sido el mismo: Empresas truchas, que quieren mano de obra calificada pero barata; que buscan chanchuyos para engañar a la gente y pagarles una miseria. Que los procesos de reclutación, muchas veces son para justificar el gasto de los encargados de esos departamentos, y que las personas encargadas de esos procesos son cero objetivas y terminan contratando al “amigo de” o a la persona que le cayó más simpático a los entrevistadores. El test de colores vale callampa, el test de Rorschach vale callampa y el hombre bajo la lluvia vale más que callampa molida.

¡Valórense! Y no acepten cualquier mierda por trabajo.



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