Todos somos culpables
Trabajo con jóvenes delincuentes. El tiempo que llevó me hizo cuero de chancho, no me impacte mucho la violencia cruzada de ellos y un sin fin de garabatos que escucho a diario, no por ello los trato de mala forma, siempre me relaciono en un marco de respeto con ellos y sus familias.
Hace poco llegó un joven que obviamente se le acusa de un delito. Por otras fuentes ( no que lo supiera de él ) me informe que fue un niño institucionalizado, abandonado no una, sino varias veces por su madre, creyendo una y otra vez que sentiría el calor de hogar, pero lamentablemente una y otra vez se siente defraudado de la vida.
No tiene a nadie y esta preso. Su delito de baja cuantia, así que pronto saldrá en libertad. Lo peor es, que pronto cumplirá mayoría de edad y el Estado, tanto con el como los que viven en hogares, ' los bota a la calle', los devuelve al círculo que fueron rescatados por vulneración o bien los deja a la deriva obligándolos a delinquir para comer o para la droga que llena finalmente la soledad que sienten desde su primer llanto de vida.
No puedo darme el lujo de mezclar emocionalidad en mi trabajo, como tampoco existen instancias de contención en el mismo.
Nunca se logrará la reinserción social si los capacitan y a los 18 se desentienden, como tb. Nunca se logrará un buen desarrollo en la niñez si juntan a vulnerados con infractores de ley inimputables.